viernes, 29 de junio de 2012

CAPITULO 11, BARCELONA I



Se sentó en uno de los bancos centrales del parque enfrente de su casa, al principio mientras bajaba con su moto por la calle temió haberse equivocado, pues el parque que el recordaba, en el que había estado sentado, vigilando, la última vez era diferente, después, solo unos segundos después de su primera impresión vio que no se había confundido de lugar, sino que lo que ocurría era que simplemente lo habían remodelado, ya no tenia tantos árboles ni zonas verdes, los columpios eran diferentes, habían sustituido los viejos de hierro por unos nuevos , más vistosos y probablemente de materiales más seguros y llamativos para los niños. De cualquier forma todo aquello no tenia importancia, no modificaba sus planes en nada, no los haría ni más fáciles ni más difíciles, simplemente tendría que sentarse allí a esperar. La ubicación de ese parque era perfecta para el, justo desde el banco en el que se encontraba podía ver claramente la puerta del portal. Le vería, sin duda le reconocería al instante, solo tenia que esperar a que entrase o saliese de su casa, y casi con total seguridad lo que le vería hacer seria entrar o eso al menos es lo que las persianas bajadas de las ventanas le decían, ventanas que por cierto también veía a la perfección desde aquel banco.

Se acomodó y recolocó lo mejor que pudo preparado para esperar a que llegase a casa. No tardaría mucho más, ya era cerca de las siete de la tarde y por lo que había podido ver otras veces nunca solía llegar después de las ocho u ocho y media a más tardar, al principio supuso que se debía a que tenía que estudiar, no sabia exactamente que carrera cursaba aunque creía que era algo relacionado con la medicina, una vez estuvo lo suficientemente cerca de el en una cafetería como para poder leer parte de sus apuntes y ver la portada de uno de sus gruesos libros universitarios, y el ni siquiera se había dado cuenta de nada, estaba tan absorto en la lectura de sus notas y apuntes que no le había prestado la menor atención, por supuesto todo aquello hacia que se sintiese más tranquilo y confiado, aquella actitud le hacia el trabajo más fácil.

Ahora que según sus cálculos habría terminado la carrera o lo que sea que hubiese decidido finalmente estudiar supuso que continuaría con sus viejos hábitos, o por lo menos eso era lo que esperaba. Aunque se le daba muy bien pasar desapercibido, tenia el presentimiento que un chico de 23 años sentado en un parque infantil pasada la media noche y solo podría llamar la atención de cualquiera que pasase, incluyendo a la policía y demás miembros de las fuerzas del orden y si tenia algo claro en ese momento era que no quería hacerse notar y que estaba demasiado cansado como para tener que dedicarse a dar explicaciones a nadie. Además de que la única persona a la que debía y quería dar explicaciones no estaba allí en ese momento.

Esperó y esperó, al principio sin dificultad, tan solo tenía que estar sentado viendo pasar a la gente, no era tan difícil, observaba a los niños jugar en el parque y a sus madres vigilándoles, pendientes de ellos, algunas sentadas en los bancos al igual que el y otras de pie junto a sus hijos, atentas todas ellas ante cualquier susto o caída. Aquel tipo de imágenes siempre le provocaba tristeza y no era que el no hubiese tenido una madre o que esta nunca hubiese compartido su tiempo con el, al contrario, la gran mujer que era su madre, siempre se desvivió por el dándole cualquier cosa que pudiese necesitar o querer y cuando llegó el momento de partir, cuando el cambio en el se hizo del todo evidente, ella sufrió, sufrió porque no entendía que le estaba ocurriendo a su pequeño, estaba cambiando ante ella, su hijo ya no era feliz, y no es que nunca se hubiese dado cuenta pues el siempre había sido un niño diferente, más callado y reservado que el resto, pero feliz, y cuando llegó la mayoría de edad no pudo hacer nada por retenerle a su lado, de hecho llegó incluso a sentirse agradecida de haberle tenido tanto tiempo a su lado ya que en más de una ocasión, con solo 16 años había temido no encontrarle al volver a casa. Sabía y sentía que su hijo tenía que partir y así lo hizo.

El por su parte siempre quiso mucho a su madre, pero siempre había sido diferente, no pudo disfrutar apenas de su infancia, o por lo menos no como lo hacían esos niños que tenía ante el, y no es que se lamentase por como era su vida, no, simplemente es que en aquel instante le pareció que en este viaje, todo había comenzado demasiado pronto, apenas había disfrutado de su infancia cuando los recuerdos y la responsabilidad de su búsqueda le arrebataron su adolescencia, no le importó porque siempre supo que el resultado de todo aquel cambio le llevaría hasta ella, le llevaría hasta Carla, aunque entonces aún no conocía su nombre, solo sentía que aquel viaje le había robado algo de lo que tenían esos niños.

No quiso pensar más en ello y cerró los ojos, tenía ya suficientes dudas y miedos como para encima provocarse el mismo aquella sensación amarga de haber perdido algo irrecuperable.

Se concentró lentamente en el viaje que acababa de realizar, en los paisajes que ya había llegado a conocer a fuerza de viajar, le gustaba repasar mentalmente las tonalidades del camino, se prometió que la vuelta sería diferente ya que en esta ocasión y tal vez a causa de lo difícil que se le había hecho partir apenas había prestado atención a su alrededor. Aun así podía recordar perfectamente el verde del principio, no solo un simple verde sino toda una paleta, una gama de este color que le acompañó en el inicio, después, y poco a poco comenzaba a llegar el color tierra, el amarillo, los girasoles y los llanos con rocas y árboles que en ocasiones le habían llegado a parecer huérfanos abandonados en medio de los campos secos, y ya llegando a su destino de nuevo el verde, de diferentes tonalidades también pero no tan amplias y ricas como las que había disfrutado al comienzo, estos verdes eran distintos, más cerca del amarillo que del color profundo y vivo que había dejado atrás al partir. Pero aun así le gustaba aquel trayecto con sus diferencias y los lugares que ya no necesitaba recorrer para poder recordar casi a la perfección, y así fue como sin quererlo paso del recuerdo al sueño.

Al despertar apenas fue consciente del hecho de que se había dormido, ni siquiera había cambiado de postura en casi, ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Una hora, tal vez dos?, sentía el cuerpo completamente entumecido pero aquello no era nada en comparación con la rabia que sintió al darse cuenta de que había perdido de vista su único objetivo. Intentó tranquilizarse y decirse que no pasaba nada, las ventanas seguían cerradas y las persianas bajadas, desde luego el no estaba en casa, pero ni siquiera ese pensamiento pudo animarlo, era demasiado consciente de que durante esas más que probables dos horas largas que había dormido, no quería mirar el reloj por miedo a comprobar lo que ya sabía, el podía haber entrado y salido de su casa sin que se hubiese dado cuenta, y entonces sintió de nuevo la frustración y la rabia creciendo dentro de el, lo hacia despacio, crecía poco a poco, pero aun así volvió a cerrar los ojos y se obligó a relajarse y ha hacer bajar su miedo y su ansiedad a un nivel aceptable. Cuando se sintió de nuevo algo más tranquilo encontró que aquella pequeña siesta no le había hecho tanto mal como había temido en un principio, se sentía más descansado y alerta y eso a pesar de la postura en la que se había dormido y en la que aún seguía al despertarse, y se sintió algo más animado, decidió que lo mejor sería entonces preguntar a algún vecino que entrase en el portal. Miró su reloj y se dijo que las nueve y media de la noche era todavía una hora más que decente para encontrar a alguien en la calle que tal vez supiese donde podía encontrarle.

Se levantó despacio del banco, estirando las piernas e intentando desperezarse sin ser demasiado obvio. Se dio cuenta entonces de que la mayoría de los niños y sus madres se habían marchado ya y de que apenas un par de bancos más tenían inquilinos, su pequeña siesta no había levantado demasiado interés.

Se levantó después de asegurase de que todo su cuerpo se había casi despertado pues aún sentía un intenso cosquilleo en el pie izquierdo que con cada paso se convirtió en una leve molestia, sin duda terminaría por desaparecer.

Miro a los dos lados de la calle antes de cruzar, era una costumbre que tenía tan arraigada que lo hacia inconscientemente siempre que cruzaba una calle, sin duda esta era una de las buenas y pocas costumbres que mantenía de su infancia, se detuvo un momento frente a su moto, solo para cerciorarse de que todo continuaba donde lo había dejado y después se apoyo lentamente en ella, justo al lado del portal, se había dado media hora, tal vez tres cuartos de hora a lo sumo, si en ese plazo no conseguía hablar con alguien tendría que buscar un lugar donde dormir y descansar por lo menos físicamente de verdad para poder continuar al día siguiente, y bueno, si lograba hablar con alguien, pues entonces…, entonces no sabia que tendría que hacer hasta que llegase el momento, se veía obligado a esperar a que eso ocurriera para poder pensar en cual sería su  siguiente paso. En el fondo, muy dentro deseaba no encontrar a nadie esa noche, y así de ese modo tendría que buscar un sitio donde dormir, necesitaba descansar, sentía cada parte de su cuerpo, incluso las más pequeñas agotadas y doloridas por el viaje. Pero ese deseo duro solo unos pocos segundos, hasta que recordó a Carla y junto a ese recuerdo la necesidad de reemprender el viaje de vuelta cuanto antes le golpeó de nuevo. Entonces volvió a esperar de nuevo, solo a esperar.

Finalmente y con el paso de las horas decidió darse algo más de tiempo, no sabía si lo hacia por lógica, intuición o por pura desesperación ya que eran cerca de las once de la noche y aún no había podido saber nada. Durante todo el rato que había estado esperando apoyado en su moto apenas si se había encontrado con dos personas, una pareja de mediana edad que no tenían ningún interés en hablar con el, de hecho en cuanto vieron que comenzaba a incorporarse adoptaron esa pose a la defensiva típica de las situaciones en las que la otra persona no te parece del todo de fiar por lo que se recostó de nuevo en la moto sin hacer el más mínimo intento por preguntarles nada acerca de su vecino. Lo que menos quería, tal y como le había pasado en el parque era llamar la atención y desde luego, de ninguna manera quería que lo tomasen por un delincuente o merodeador, así que a las once y cuarto se subió de nuevo a la moto dispuesto a buscar un sitio donde pasar la noche. Recordaba una pequeña pensión al comienzo de aquella misma calle, ya había estado en ella en su último excursión a Barcelona y le había parecido un sitio bastante pasable, no era ni mucho menos hogareño o acogedor pero si suficiente para quien solo quería pasar la noche a cubierto en algún sitio donde poder utilizar un baño limpio y una cama relativamente cómoda. Solo esperaba que aún estuviese abierto, y con ese pensamiento encendió de nuevo la moto.

miércoles, 27 de junio de 2012


… Y sentir que estas sola

que has perdido a quien creías amiga, probablemente por tu culpa

y sentir ese dolor, sentirlos todos juntos

y llorar después, por supuesto a solas, a oscuras, no por vergüenza o temor sino por saber que a nadie le importa, que tus lagrimas son tuyas ahora mas que nunca por no tener con quien compartirlas

y entonces pedirle ayuda a el, pero con los ojos porque ya no conoces  mas palabras con las que hacerlo y porque antes con solo una mirada hubiese sido mas que suficiente, pero ahora ya no funciona…



… Y leer esto y darme cuenta de que cometí un error al comenzar a escribir sobre ti,

No debí empezar con sentir, sino con saber.

domingo, 24 de junio de 2012

Hola a todo el mundo! Tengo muchas ganas de mejorar y de enseñaros como son los protagonistas del mundo de Renacidos, quiero hacer muchos cambios y conseguir poco a poco que mas gente se una a nosotras, dar a conocer mi trabajo y sobre todo que disfruteís cada vez que entreís a visitarme tanto aquí como en el facebook, pero tengo la impresión de que todo lo que quiero hacer va a costarme mucho trabajo, sobre todo siendo tan nueva en todo esto, así que tened un poco paciencia conmigo. Intentaré ir subiendo algún capítulo mas y comentaros los libros que vaya descubriendo pero supongo que no podre hacerlo tan a menudo como ahora.
Espero que os guste el resultado aunque desgraciadamente no podré hacerlo todo junto, tendrá que ser poco a poco.
Una última cosa, si teneís cualquier tipo de sugerencia o comentario por favor decídmelo, me encantaría saberlo.
Un saludo y nos vemos pronto :)

jueves, 21 de junio de 2012

CAPITULO 10, IZAN



Hacía frío, aún no había amanecido del todo pero el cielo estaba completamente despejado, supuso que por fin tendrían un buen día de sol, estaba inmerso en sus pensamientos cuando sintió un frío y suave roce en su mano –Hola muchacho –saludó tiernamente a su perro, a su compañero de aventuras, era así como le gustaba llamarle, y es que aún después de tanto tiempo juntos y de todo lo que sabían el uno del otro seguía asombrándole la capacidad que el animal tenia de demostrar sus sentimientos –. Ya se que tu también estas triste –dijo a modo de respuesta al grave y ronco sonido que comenzaba ha nacer en su garganta, entonces empezó a llorar, apenas era audible pero el si le oía, un pequeño aullido dentro de su pecho, durante todo el tiempo que habían pasado juntos había terminado por sentir en más de una ocasión el dolor de su perro como el suyo propio, y sin duda, esta era una de esas ocasiones –. No llores amigo, no queremos despertarla ¿verdad? Entonces sería mucho peor, los dos lo sabemos –en ese momento el animal se tumbó junto a la puerta de una casa que no era la suya, en silencio, tal y como le encontraría Carla tan solo unas horas después, dejó escapar un sonoro suspiro a modo de respuesta.

-Cuida de esto chico –dijo mientras dejaba una hoja de papel doblada bajo una de sus patas.

Había encontrado una única manera de despedirse de ella, no quería hacerle daño pero tampoco quería que pensase que la había abandonado. Agarró la cabeza del pastor alemán entre sus manos y le dio un solo beso en la frente, se permitió después un momento más para acariciarle y despedirse de el, nunca se habían separado, por nada ni por nadie, pero esto era diferente, necesitaba saber que ella estaría segura y sabía que Travis jamás dejaría que nadie le hiciese ningún daño, en el fondo sabía que el animal que tenía junto a el conocía lo importante que ella era, estaba seguro.

Al levantarse para irse la idea de entrar de nuevo en su casa tal y como había hecho un día antes, de despertarla, de abrazarla para poder sentirla de nuevo entre sus brazos y contárselo todo, explicarle que lo que le estaba pasando ya les había pasado antes, volvió a su mente tal y como lo había estado haciendo durante toda la noche, una y otra vez, impidiéndole dormir o pensar con claridad. Quería hacerlo, pero sabía que no era el momento, que aún no estaba preparada, no quería asustarla y alejarla de nuevo de el, no después de lo que le había costado encontrarla esta vez , nunca dejó de buscarla pero tuvo miedo, miedo de que todo terminase y el no estuviese a su lado, si había algo que sabía con certeza era que no la perdería otra vez, había ocurrido otras veces, pero no pasaría de nuevo, había aprendido a tener paciencia, a darle el tiempo y el espacio que necesitaba, y sobre todo había aprendido a esperar, a mantenerse a su lado y esperar.
Acarició una última vez a Travis y se marchó.

lunes, 18 de junio de 2012

Hola a todo el mundo!!! Esta es la nueva imagen de "Renacidos" y tengo que agradecerlo a un muy buen amigo que supo entender y plasmar perfectamente lo que necesitaba. Muchisimas gracias de verdad!!!
¿Que os parece? A mi me encanta, estoy de verdad muy contenta y es que veo que poco a poco y sobre todo gracias a todos vosotros el blog y la página de "Renacidos" van tomando forma.
Gracias a todos!!!!!!!!!!

domingo, 17 de junio de 2012

Hola a todo el mundo!!!
Hoy tengo un dilema y es que tengo en mis manos tres libros muy diferentes entre si, que hacía tiempo tenía ganas de leer: "A salto de mata" de Paul Auster, "El abuelo que saltó por la ventana y se largó" de Jonas Jonasson y "Muerto en familia" de Charlaine Harris.
Bueno, supongo que en realidad el dilema no es tal ya que los dos primeros son de la biblioteca y como tales tienen fecha de entrega (que habitualmente intento respetar) y el tercero es un regalo, así que aunque tenía muchisimas ganas de seguir leyendo las aventuras de Sookie (protagonista de "Muerto en familia" y de los once restantes) tendré que esperar.
Ya os contaré que tal aunque estoy bastante segura de que ninguno de los tres me decepcionará.

viernes, 15 de junio de 2012

Esta mañana, mientras me encontraba escribiendo el comentario de la saga "El gremio de los cazadores" he recibido un correo de una editorial a la que había mandado el manuscrito de "Renacidos" y tengo que deciros que la respuesta no ha sido del todo buena ya que para editar y distribuir la novela tendría que hacer una aportación económica de 1.700 euros, algo que en mi situación actual resulta imposible.
Bueno, que le vamos ha hacer, lo cierto es que estoy un poco triste la verdad pero cuando comencé con este blog y la página de facebook me propuse manteneros al día en todo lo referente a la novela así que eso también incluye estas noticias, las que podíamos llamar "menos buenas"...
Hola a todo el mundo!!!
Hace un tiempo os dije que en cuanto me pusiese un poco al día haría un comentario sobre la saga "El gremio de los cazadores" , consta de tres libros "El ángel caído", "El beso del arcángel" y "La dama del arcángel" de Nalini Singh.
Lo primero que quiero decir es que todos ellos me gustaron, el primero algo mas que el resto, aunque todos me mantuvieron entretenida desde el principio y si hay algo que me gustaría destacar por encima de lo demás es la fuerza de Elena, su protagonista, independiente y muy capaz de cuidarse sola.
Pero también he de decir que no formaran parte de mi lista de libros favoritos, ya he dicho que me gustaron y que me entretuvieron mucho pero no fueron mas allá.
Si hay una constante en los libros es el erotismo, esta muy presente en los tres, pero yo diría que sobre todo en el último ya que encontramos como según vamos avanzando en la saga el sexo toma mayor protagonismo.
Bueno, lo cierto es que no tengo mucho mas que decir, si como a mi os gustan las historias en las que los ángeles dejan de ser lindos e inocentes querubines y las mujeres pueden ser mas que hermosas damas en apuros no os arrepentiréis.

miércoles, 13 de junio de 2012

CAPITULO 9, EL GUARDIAN


Tomada como tenía ya la decisión de hablar con el no creí que fuese necesario esperar más, no tenía ningún sentido retrasar algo que sin duda me haría bien, sabía lo que quería preguntarle aunque no estaba demasiado segura de que sus respuestas me fuesen a dar la tranquilidad que necesitaba.
Me preparé un café con leche y unas tostadas, desayuné tranquila, sin prisas, intentado buscar la mejor manera de afrontar la conversación y ordenando detalladamente en mi mente las preguntas que le haría. Aunque sobre todo había tres que necesitaba hacerle, tres que volvían una y otra vez a mi, ¿Por qué sentía que le conocía si no le había visto nunca antes en toda mi vida?, ¿Por qué el se comportaba conmigo como si lo supiese todo de mi? Y tal vez la más importante aunque no creía que el pudiese darme una respuesta ¿Por qué me parecía que en el fondo todo aquello estaba bien, que era lo correcto?
Después de fregar y recoger todo lo que había usado para el desayuno decidí darme una ducha, que sin duda creí me ayudaría a despejarme y a sentirme más activa, pues a pesar de que estaba nerviosa y alterada una sensación de abotargamiento me había acompañado desde que me había levantado esa mañana.
Me vestí frente al espejo de la cómoda, unos vaqueros y una camiseta verde de manga corta, y entonces, después de mucho tiempo sin hacerlo me detuve a observar mi reflejo. Hacía tiempo que no me prestaba demasiada atención, tenía el pelo más largo de lo que pensaba y a pesar de que me lo había recogido en una coleta, un par de mechones ondulados me caían sobre la cara, nunca me había acabado de gustar del todo mi pelo, ni liso ni rizado, como si nunca se decidiese a tomar una forma, pero en aquel momento me pareció que estaba bien, suave y algo más claro de lo habitual. Estaba bronceada por lo que mi piel tenia un bonito tono dorado, mis ojos, la parte de mi que sin duda más me gustaba, marrones o verdes siempre dependiendo de la luz, estaban brillantes y a pesar de que había adelgazado un poco me veía bien, de hecho me sentía incluso mejor. Tenía buen aspecto, estaba lista para salir de casa, cruzar la calle y enfrentarme a el, no, eso no era lo que quería hacer, lo que realmente deseaba era reencontrarme con el.
Antes de salir a la calle abrí las ventanas de la casa, siempre me había gustado esa sensación, la del aire frió de las mañanas dándome en la cara, parecía ser la parte que le faltaba a mi mente para terminar de despertarse.
El día era soleado, claro y sin apenas nubes, parecía que el día anterior había dado por fin salida al verdadero verano, aquello me animó aún más y me hizo sonreír aunque enseguida lamenté no haber buscado las gafas de sol entre las cosas que todavía no había guardado, esperaba por lo menos haberlas traído, el sol siempre me molestaba en los ojos.
Cuando salí de casa encontré frente a mi puerta algo que sin duda no esperaba, tumbado justo en la entrada estaba Travis, cuyo único movimiento se limitó a un sonoro suspiro cuando la puerta se cerró tras de mi.
Algo no iba bien, no porque Travis estuviese allí, sino porque lo sentía, sentía que algo no iba como debiera, y justo entonces lo supe, la realidad me golpeó en aquel instante y tuve que sentarme en el pequeño banco de mi porche. Su casa estaba vacía, no lo sabía solo porque las ventanas estuviesen cerradas o porque parte de sus plantas hubiesen desaparecido, algo dentro de mí me decía que se había ido.
Me levanté lentamente y crucé la calle bajo el sol que tan solo unos minutos antes me había hecho sonreír, aunque ya no lo veía, ya no sentía su calor, ya no había nada más que aquella casa que yo sabia vacía, y fue al llegar frente a su puerta y sentir el silencio cuando todo llegó de golpe, la sensación de abandono, de oscuridad, la opresión en el pecho, el no estaba allí, nos había dejado solos, porque no podía entender como  había dejado a Travis tras el, y lo que era aún peor, ni siquiera me había dado cuenta de cuando había ocurrido, preocupada como había estado en esquivarle y en no pensar en el, no había visto lo que estaba pasando a mi alrededor, se había ido.
Mi mente estaba vacía a excepción de una pregunta que gritaba sola y con fuerza ¿Por qué?, luego siguieron otras, todas ellas inevitables, ¿Por qué lo habría hecho?, ¿no me había dicho acaso no solo que podía esperarme sino que lo haría? Lo recordaba perfectamente, habían pasado poco más de 24 horas desde que me había dicho que me esperaría, que estaría ahí cuando estuviese preparada, pues entonces ¿Qué estaba pasando?, ¿Dónde estaba?, quería gritar que ya estaba lista, que ese era el momento, pero justo cuando estaba dispuesta ha hacerlo, cuando estaba a punto de gritar con todas mis fuerzas que me había mentido, me detuve, no lo hice, comprendí que no tenía ningún sentido, y de nuevo volvió a golpearme aquella sensación, la que me decía que el ya no estaba allí.
Me sentía demasiado mal como para permanecer allí de pie más tiempo así que me di la vuelta dispuesta a entrar en casa y encerrarme en ella cuando me encontré de frente con la mirada de Travis, estaba tan ensimismada en mis pensamientos que me había olvidado de el casi por completo, ya no estaba tumbado, se había sentado y me miraba atentamente, dispuesto a venir hacia mi en cuanto yo se lo pidiese, pero no lo hice, en lugar de eso comencé a cruzar la calle despacio, y entonces vi algo bajo una de sus patas delanteras, había lo que me pareció en un principio algún tipo de propaganda. ¿Cómo no lo había visto antes?, seguramente Travis se había tumbado encima, pero aunque no hubiese sido así, había salido tan decidida hacia mi objetivo que seguramente habría pasado por encima sin verlo.
Cuando levanté la pata del perro aún no imaginaba que podía ser pero ya estaba bastante segura de que no se trataba de ninguna publicidad, desde luego este pueblo no parecía un lugar en el que fuesen dejando propaganda por las puertas de las casas.
Solo cuando lo tuve en las manos me di cuenta de que era algo más, era una carta, la abrí ansiosa mientras me sentaba al lado de mi nuevo amigo, que no desaprovechó la oportunidad de saludarme con un sonoro lametazo en la mejilla, yo por mi parte apenas le presté atención, solo esperaba, deseaba que fuese de el. Aun antes de desdoblarla completamente pude ver que no era demasiado larga, tan solo unas líneas, pero las suficientes como para sentir que mi respiración se paraba casi en el acto, sin duda era de el, la letra era bonita, de trazos limpios y finos.
Hola preciosa:
He tenido que irme unos días, sé que dije que te esperaría y créeme por favor si te digo que esa sigue siendo mi intención. Sé que ya lo sabes pero aun así quiero decirte que eres muy importante para mi. Por supuesto, no tenia la menor intención de dejarte sola, no permitiré que te sientas así nunca más, así que he dejado a Travis para que cuide de ti por mi, (ya se que no es necesario pero como ya sabes, me siento más seguro sabiendo que mi mejor amigo esta cuidando de mi chica), no te dará ningún problema, he dejado su comida en casa junto a mi número de teléfono.
Intentare volver en un par de días.
PD. No te enfades conmigo por no despedirme, me hubiese gustado decirte adiós de otra manera pero me ha parecido que intentabas evitarme y no quería que te sintieses incómoda.
No te olvides de mí por favor.
Izan.


Me quedé allí sentada junto a Travis, acariciándole casi sin darme cuenta de lo que hacía, quería leer la carta una y otra vez, ¿A donde se habría ido? Nunca lo hubiese reconocido en voz alta pero si que me sentía más sola ahora que el se había marchado, aquella sensación continuaba haciéndome sentir incómoda, aún no podía comprender como aquello me estaba ocurriendo a mi, pero volví a leer la carta de nuevo, intenté hacerlo con ojos diferentes, desde otra perspectiva, buscando algo que antes no hubiese sabido ver, no solo me consideraba alguien importante sino que además daba por sentado que yo lo sabía, y lo cierto es que era verdad, por supuesto no tenía ni idea de por que pero lo sabía. Y fue al leer de nuevo el final de la carta cuando no pude evitar sentirme mal, no solo se había dado cuenta de que le estaba esquivando sino que además había evitado por todos los medios molestarme dejando para ello a Travis y su despedida en la puerta.
Como me hubiese gustado poder decirle que aquello no era necesario –Lo siento chico –dije acariciando con suavidad a Travis –. ¿Cuanto tiempo llevabas aquí fuera? De verdad que lo siento –hubiese querido preguntarle a Izan que era lo que le obligaba a separarse de mi y sobre todo le hubiese dicho que no iba a olvidarme de el, sobre todo porque sabía que ya no podría hacerlo.
Solo cuando hube leído la carta las suficientes veces como para verla en mi mente sin necesidad de ningún papel la doble de nuevo, y entonces mientras me ponía en pie y la guardaba en el bolsillo trasero de mi pantalón me di cuenta de que antes ese mismo papel había estado en sus manos, que aquella era su letra y que no sabía cuanto tiempo antes el había estado allí de pie, separándose de su mejor amigo solo para evitar así que la soledad que el sabía que ambos sentiríamos fuese  más soportable para mi.
A pesar de que aún intentaba contenerme ante algo que casi no entendía, ante algo que mi mente y mi sentido común me decían que era demasiado pronto para sentir, no pude, no supe como hacerlo y mientras abría la puerta para dejar pasar a Travis las lágrimas empezaron a resbalar por mis mejillas.
Cerré tras de mi y como ya había hecho el día que llegué me senté en el suelo con la espalda apoyada en la pared, con la diferencia de que ahora estaba llorando y tenía la cabeza de un enorme pastor alemán sobre mi regazo. Tras unos minutos las lágrimas acabaron aunque solo para dar paso a una sensación aún peor, no sabia que hacer, me había preparado a conciencia para lo que seria sin duda una de las conversaciones más importantes que iba ha tener en mi vida y ahora que no iba a tener lugar, no encontraba la manera de dejar de pensar en ello. Tal vez pasear me ayudase a relajarme y a pensar más tarde con mayor claridad. Si, sin duda esa sería una salida bastante aceptable, andar hacia ningún lugar en particular, con el que sería mi guardián caminando a mi lado, sin rumbo, igualmente eso era lo que llevaba haciendo desde hacia tiempo, no saber hacia donde iba se estaba empezando a convertir en un rasgo familiar en mi, solo que ahora no estaba sola –Tu vendrás conmigo ¿verdad amigo? –apoyé mi cabeza sobre el cuello de Travis que no intentó en ningún momento apartarse de mi.

lunes, 11 de junio de 2012


La historia que he escrito hoy, bueno en realidad no se le puede llamar historia en si, mas bien es un fragmento de una parte de la historia. Bueno, en fin, vayamos a lo importante, este fragmento forma parte de la novela que estoy escribiendo en la actualidad, tal vez al final ni siquiera la incluya pero desde luego forma parte de la vida del personaje principal, Cecilia.

Como es tan solo un fragmento he decidido titularlo como la novela.

Espero que os guste, o que por lo menos os haga sentir algo…




CECILIA



Estar a su lado hacia tiempo que había cambiado de significado. Antes solo el pensamiento de permanecer junto a el evocaba tantas sensaciones placenteras que jamás se propuso ni tan siquiera identificarlas, separarlas o analizarlas, simplemente estaban ahí y ella se limitaba a disfrutarlas.

Ahora estar a su lado solo servía para recordarle que envejecía, que su vida no había seguido el camino que debía.

Hacía tiempo que había comenzado a apagarse, porque ella, antes de toda aquella tristeza marital, brillaba, brillaba intensamente, tanto que en más de una ocasión al entrar en una habitación o un bar muchas personas se volvían a mirarla, no como en las películas, pero si de una manera bastante obvia. Ahora, al mirarse en el espejo no veía nada de eso, ninguna luz, solo el reflejo de una mujer cansada, que en la treintena, debería sentirse y verse joven, pero que a pesar de sentir en efecto muchas cosas ninguna se acercaba vagamente a eso. Al contrario, hacía tiempo que solo veía canas, bolsas, ojeras y tristeza en unos ojos que no hacía tanto tiempo incluso a su apático marido le volvían loco.

¿Qué había ocurrido? ¿Había sido tal vez ella la culpable? No le gustaba hacerse preguntas en el silencio de la soledad porque a menudo las repuestas a esas preguntas eran dañinas y oscuras. De hecho había tomado una decisión al respecto. No volvería a pensar en nada de eso hasta la primavera, tal vez incluso hasta el verano, dejaría que el invierno siguiese su camino y tal vez con el sol las cosas se viesen de otra manera, porque seguro que estaba exagerando, seguro que solo era un bache, que no había perdido ninguna luz, porque mirándose a ese espejo solo había una mujer triste, opaca, de aspecto demasiado cansado como para ni siquiera insinuar que en algún momento hubiese podido brillar.

domingo, 10 de junio de 2012

MIS OTRAS HISTORIAS

Hola a todo el mundo!!
Ya se que en principio este blog nació para hablar y publicitar mi novela "Renacidos, prime viaje", pero gracias al apoyo que me días no solo en el blog, si no también en la página de facebook, está evolucionando hacia algo mas y lo cierto es que me siento bastante cómoda e incluso animada con este hecho.
Ahora me gustaría presentaros un nuevo apartado al que he llamado "Mis otras historias", por ser simplemente eso, un lugar donde me gustaría compartir con vosotros pequeñas historias, cuentos o simplemente frases que constantemente revolotean en mi cabeza.
Antes de nada me gustaría dejar claro que siempre se tratarán de historias ficticias ya que me he dado cuenta de que sobre todo las personas mas cercanas a quien escribe tienden a identificar a los personajes o protagonistas con el mismo escritor o personas cercanas, en este caso eso no ocurrirá nada de lo que aquí escriba será real.

Bueno, después de todo esto solo me queda esperar que os apetezca entrar aquí y que una vez que lo hagáis disfrutéis de lo que vais a encontrar.

Muchisimas gracias a todos por esta aquí.

viernes, 8 de junio de 2012

CAPITULO 8, EL SUEÑO


 


Aquella noche me acosté pronto, por fin había comenzado ha hacer calor, confié en que dejar las contraventanas de mi habitación abiertas me ayudase a conciliar el sueño, y así fue, apenas pasaron unos minutos desde que me metí en la cama hasta que me quedé profundamente dormida.

Soñé, era un sueño extraño, más parecido a un recuerdo borroso, que no podía ser real. Había un chico y una chica, al instante supe que éramos Izan y yo, aunque no físicamente. Éramos diferentes, estábamos sentados en un callejón oscuro, en otro lugar, en otro pueblo que no sabia identificar, en el que nunca había estado.

¿Qué estaba ocurriendo? En el sueño yo quería besarle, es más, necesitaba hacerlo, y el no parecía sentir lo mismo que yo, estaba sentado a mi lado hablando.

Sentía como el estar cerca de él me dolía, constantemente pensaba en sus labios, era una sensación extraña, era algo más que eso, era una necesidad. Y el no parecía notarlo, estaba tranquilo, sentado a mi lado y a oscuras, hablando como si todo fuese normal. ¿Que podía hacer?, entonces el me habló.

-No me estas escuchando.

Su voz era diferente no era como la recordaba, tenia un tono algo más infantil, este Izan era más joven.

-¿Que? Si, si que te escucho, es sólo que…

No podía evitar que me temblara todo el cuerpo y no quería que el lo notara. Yo también era diferente, también más joven.

-Sólo que…-Parecía intrigado y me miraba con esa media sonrisa que me obligaba a apartar la mirada de él, eso continuaba siendo igual-. Nada

-No, nada no, ¿que te pasa?, llevas todo el rato como si estuvieras en otro lugar, venga dímelo, soy yo me lo puedes contar, ¿No? ¿No era ese el trato?

Tenia razón, al parecer teníamos un trato, éramos amigos.

Todo estaba en silencio, era ese silencio que sólo existe en los sueños, en los que las cosas pasan sin más como si el resto del mundo estuviese vacío.

-Bueno que, ¿me dices que te pasa o no?

Aunque pudiese parecerlo yo sabía que no estaba impaciente y lo sabía porque le conocía, éramos como él había dicho, amigos, o ¿no lo había dicho?

-¿Sabes que? da igual, de hecho creo que me apetece moverme de aquí, estoy empezando a quedarme entumecida

Comencé a levantarme lentamente, dándole la espalda, necesitaba alejarme de él, no quería mirarle a los ojos, porque entonces él sabría que algo estaba pasando y yo no podría decirle el que, ¿cómo se le explica a alguien que necesitas besarle si ni siquiera tu sabes de donde proviene esa urgencia?

-¿Ya nos vamos entonces, tan pronto?

Parecía decepcionado. Es curioso como las cosas en los sueños pueden llegar a parecer reales.

-Si, me apetece irme a casa.

Era mentira, quería estar con el, acercarme más para sentir su contacto, su olor. Sabía que tenia que irme en ese mismo momento porque incluso en un sueño la necesidad que tenia mi cuerpo de él me impedía controlarme.

-Venga ya, ¿que pasa?

Parecía molesto pero me daba igual, ¿que se suponía que debía de hacer yo?, nunca había sentido algo así, no sabía como comportarme y lo que era aún peor no sabía como reaccionaría él si yo no podía controlarme, no quería estropearlo todo haciendo o diciendo algo que lo alejase de mi, eso sería peor que cualquier otra cosa.

-Bueno es que…, es que… – ¿que  estaba haciendo? ¿Realmente iba a decirle la verdad? Algo podía inventar, ¿me conocía tanto como para saber que le estaba mintiendo? –. Es que... tenia una duda, hay algo que no entiendo, no, no se que pasa, no se que quieres… –incluso en sueños odiaba titubear, dudar de esa manera no era propio de mi.

Empezó a acercarse a mí, despacio, mirándome a los ojos.

-¿Qué quieres tu?

Su voz sonaba diferente, cálida, suave, se parecía más a la del Izan de mi realidad, y ya estaba frente a mí, me obligaba a levantar la cara para poder hablarle mirándole a los ojos, los mismos ojos oscuros.

-No se que quieres decir.

-Me has dicho que no sabes que es lo que quiero, y dime,  tu ¿que es lo que quieres?

-No lo se, es que todo esto es…

Entonces sentí su mano en mi cintura, tenía miedo de mirarle pero notaba como su cara se acercaba a la mía y sentía su respiración cerca de mi oído, su aliento cálido y dulce en mi nuca y entonces mi cuerpo decidió tomar el control, como si supiese que yo no iba a poder reaccionar y volví mi cara hacia la suya, su otra mano estaba en mi espalda acercándome hacia el. Sentía los labios secos y entonces un susurro en mi oído, despacio, dulce –Yo quiero esto –y  ya no fui capaz de  controlar nada de lo que pasaba, sentía sus labios rozando los míos, despacio, sólo un roce, sentía su respiración, su olor, y mi boca fue en busca de la suya, nos besamos, despacio, como si el tiempo se hubiese detenido para nosotros, después fuimos perdiendo el control hasta que mi cuerpo estaba tan pegado al suyo que apenas podía respirar, pero no me importaba, mis brazos estaban alrededor de su cuello, tocando su pelo, su piel.

Entonces comenzó a separarse lentamente de mi dándome pequeños besos en los labios mientras lo hacia y después en la frente hasta que se separó por completo, mi respiración comenzaba poco a poco a volver a la normalidad y aunque no quería tuve que mirarle a los ojos. Me miraba sonriendo, tranquilo, parecía brillar con luz propia en aquella oscuridad, parecía feliz. Quería volver a besarlo, volver a sentir de nuevo su contacto, su sabor, su olor.

-Vale, ahora puedes irte a casa si quieres –y la sonrisa se ensanchó más en sus labios.

-¡¡¡Que!!!

Mi voz sonó extraña, como si hubiese dicho algo realmente escandaloso, y en el fondo así era porque no podía creer lo que estaba diciendo, ¿irme a casa? ¿estaba loco? Desde luego este no era el momento de irse a casa, quería estar con el, tocarle, cogerle la mano, sentirle cerca. Aunque aquello fuese un sueño quería aprovechar ese momento no quería que terminase tan pronto.

-Bueno querías irte a casa ¿no? Además ya es tarde.

Lo estaba diciendo en serio y se alejaba mientras hablaba.

-Vale, pues entonces nos vemos mañana. ¿No?

Estaba ansiosa, no quería que mi voz me delatase pero debió de hacerlo porque su expresión cambió, se relajó y parecía querer calmarme.

-Claro, tranquila, nos vemos mañana, ¿te parece?

 

Entonces me desperté, la luz del sol ya entraba por la ventana. Estaba asustada, nerviosa, me levanté de la cama para ir a la cocina, tenía la boca seca, necesitaba beber algo, aún sentía la ansiedad que me había provocado separarme de él durante un sueño que me había parecido demasiado real para llamarlo ni siquiera así.

Mientras bebía me di cuenta de que ya había tomado mi decisión, tenia que hablar con él.

miércoles, 6 de junio de 2012

CAPITULO 7, SIN EL




Necesitaba pensar, me acosté de nuevo en la cama mirando el techo, esperando estar más tranquila para poder ver las cosas con claridad. “ Llevo esperándote 23 años”  eso era lo que había dicho, lo oía en mi cabeza una y otra vez aunque no podía entender que significaba, ¿cómo se puede esperar a alguien que no conoces?, ¿ cómo se puede esperar a alguien que no sabes que va a llegar?, nada de lo que estaba pasando tenía ningún sentido y lo más curioso era que no tenía miedo, ni él ni nada de lo que estaba ocurriendo me asustaban, sólo sentía una imperiosa necesidad de comprender, no sólo de comprenderle a él sino a mí misma, me estaba comportando de una manera que no reconocía en mi. Tenía que recapitular, despacio, desde el principio y eso era incluso antes de conocerle a él.

 

Llevaba mucho tiempo sintiéndome extraña, sintiendo que algo dentro de mí había cambiado pero no podía decir el que. Una sensación de pérdida se abatía sobre mí, sabía que en parte era debida a que echaba algo de menos pero era incapaz de averiguar el qué, a simple vista nada a mi alrededor había cambiado y de repente tuve la necesidad de huir de mi casa, de escapar de mi madre y de todo lo que me era conocido o familiar, porque ya, sin saber porque, no los sentía así.

De esa manera tan irracional acabé llegando a un lugar donde le encuentro a él. No, creo que lo correcto sería decir que él me encuentra a mí y a pesar de no habernos visto nunca antes se comporta conmigo como si nos conociésemos desde hace mucho tiempo. Me hace sentir bien, a su lado estoy tranquila e incluso su presencia me resulta cotidiana y familiar. Después nos habíamos besado, yo le había besado y mi cuerpo había reaccionado como si eso fuera lo que tenía que pasar, como si hubiese añorado su contacto durante mucho tiempo, como si hubiese estado sufriendo hasta entonces, en realidad hubiese jurado que esa sensación de perdida que tanto me había atormentado se había desvanecido en aquel mismo instante, al sentir el peso de su cuerpo sobre el mío se había marchado, pero ¿cómo podía ocurrir algo así? ¿Realmente era a él a quién estaba buscando? ¿Podría el saberlo y estar esperándome?

Sólo encontraba más preguntas, necesitaba hablar con él de nuevo, pero no en ese momento, tenía que esperar, volver a sentirme dueña de mí. Quería saber exactamente que le iba a decir y que respuestas necesitaba conocer, sin duda ese no era el momento adecuado, había dicho que llevaba 23 años esperándome, pues podría seguir haciéndolo un par de días más, y yo por mi parte intentaría averiguar qué era lo que realmente quería saber.

Me propuse pasar el resto del día tranquila, decidí dar un paseo por los alrededores de la casa, conocer el bosque o mejor dicho recordarlo y visitar la parte del pueblo que aún no había visto.

Después de darme una ducha e intentar comer algo salí a la calle, traté de no mirar hacia su casa, no quería verle, a pesar de que era lo más deseaba en el mundo en ese momento, porque no hubiese sabido que decirle ni cómo comportarme, pero aun así, lo primero que hice al abrir la puerta fue mirar hacia delante. No estaba allí, la puerta y las ventanas estaban cerradas así que supuse que tal vez se habría ido con Travis a dar un paseo por lo que decidí posponer mi visita al bosque, si había algo de lo que estaba segura era de que no hubiese podido controlarme si me lo encontraba a solas en el bosque, incluso después de la ducha, la comida y del tiempo que había pasado desde que se había marchado de mi habitación aquella mañana, aún sentía la necesidad de estar junto a él. Aquel día tendría que ser suficiente con conocer el resto del pueblo.

Estaba cerrando la puerta de casa cuando oí una voz chillona.

-Hola Carla ¿Qué haces? ¿Vas a salir? –Rosa, frente a mi puerta y de nuevo y sin ella saberlo mi salvación.

-Hola, la verdad es que si, había pensado dar un paseo por el pueblo, visitar la parte que aún no he conocido y tal vez comprar algún libro –ni siquiera sabía porque había dicho eso, ya había traído todos los libros que necesitaba, pero en aquel momento me pareció un buen plan para pasar la tarde. Comprar libros, tenerlos en mis manos, pasear entre ellos, siempre me relajaba. Por la cara que puso Rosa sentí que había errado en la elección – ¿Qué pasa? ¿He dicho algo malo?

-No, no es eso, es sólo que no creo que aquí puedas comprar muchos libros, la única librería que había en el pueblo cerró hace cosa de medio año.

-No me lo puedo creer ¿me lo dices en serio? –me arrepentí de haber hecho esa pregunta en el mismo momento en el que salió de mis labios, la cara de Rosa reflejaba resignación aunque sobre todo me pareció ver tristeza en sus ojos –. Y dime ¿cómo os las arregláis?  –a pesar de que sabía que mis preguntas no le gustaban no podía dejar de hacerlas, aquello sí que no me lo había esperado, ¿cómo podían no haber una librería en todo el pueblo? –. ¿Y donde compráis los libros aquí?

-Bueno no muy lejos en el pueblo de al lado si que tienen, de hecho allí tienen hasta una biblioteca y está bastante bien, aquí ya somos pocos y cada vez quedamos menos jóvenes Carla, me parece que no te has dado cuenta pero el pueblo se está muriendo, ya nadie quiere vivir aquí.

-Si me había dado cuenta de que había poca gente pero no creí que llegase hasta ese extremo. Simplemente pensé que se debía a las vacaciones de verano.

-Tranquila, de hecho el que tú y tu vecino hayáis venido ha animado bastante el pueblo.

Izan, no me acordaba de que aún no me había movido de las escaleras de casa, lo que significaba que en cualquier momento el podría regresar y sería inevitable vernos

– ¿Oye Rosa me acompañas? –dije mientras empezaba a andar.

-Si claro.

Empezamos a andar juntas hacia la carretera, estaba más callada que el día anterior, no pude evitar sentir que en parte era por mi culpa.

-Oye – no sabía muy bien cómo empezar la conversación sin que fuese obvio que deseaba hablar de él –. A propósito de mi nuevo vecino ¿sabes algo de el?

-¿De Izan? –asentí con la cabeza esperando no parecer impaciente –. Bueno no mucho en realidad, lleva poco en el pueblo y apenas ha hablado con nadie.

-Tú sí que has hablado con él ¿verdad?

Sabia que Rosa no habría podido aguantar la tentación de hablar con Izan. Guapo, misterioso, demasiado para no intentarlo por lo menos.

-Si bueno, no te voy a negar que por lo menos lo intenté, pero no fue fácil, de hecho a penas hablamos unos minutos, no es que fuese desagradable o mal educado, al contrario no dejaba de sonreír –estaba segura de eso, de hecho veía la escena en mi mente con mucha claridad, podía ver su sonrisa y a Rosa intentando recordar que quería de el –. No me dijo gran cosa, una mañana al salir de casa le vi apoyado en el pozo con su perro acostado a sus pies, tiene un perro muy bonito ¿verdad ?–asentí –. Bueno, el caso es que me acerqué a él, ya sabes con la intención de hablar un poco pero lo único que me dijo fue que había venido aquí porque quería pasar unos días tranquilo, aprovechar para pasear con su perro y hacer senderismo y ese tipo de cosas.

Volví a asentir con la cabeza, no era gran cosa pero desde luego no había esperado que Izan le contase mucho más a Rosa.

-Y siento comunicarte que también me dijo que no tenía pensado estar mucho tiempo.

-¿Qué? –desde luego eso no me lo había esperado –. ¿Eso te dijo?

-Pues si, me dijo que estaba esperando a alguien y que luego se irían.

Me quede quieta, en silencio, sin saber muy bien qué hacer, Rosa dio un par de pasos más hasta que se dio cuenta de que yo no la acompañaba.

-¿Carla?

Antes no quería parecer ansiosa o impaciente pero ahora me daba igual, quería saber todo lo que supiese y no me importaba lo que pudiese pensar.

-¿Te dijo algo más?

-No, pero aunque no me lo dijo es una chica, eso seguro –se quedó un rato callada mirándome –. Lo sé porque dijo algo así como “cuando ella venga pasaremos unos días más y luego nos marcharemos los tres” así que deduje que estaba esperando a una chica.

 De repente sentí mucho calor y todo comenzó a dar vueltas,

-¿Carla estas bien? estas pálida.

Me senté en unas escaleras a tientas intentando no caerme.

-Si, estoy bien, sólo me he mareado un poco.

-¿Has comido algo hoy?

-Si, aunque la verdad es que no ha sido gran cosa y ayer apenas cené, dame un momento ¿vale?

¿Qué estaba ocurriendo? ¿A quién estaba esperando?, ¿era posible que aquello estuviese ocurriéndome a mi?, ¿acaso me estaba esperando sin conocerme?, la respiración se me empezó a acelerar de nuevo porque si no me esperaba a mí la respuesta seria aún peor, simplemente no podía ser que estuviese esperando a otra persona, no sabía como pero estaba segura, era a mi a quien había ido a buscar, lo había visto en sus ojos.

-Oye Carla igual seria mejor que volviésemos a casa sólo por...

-¡No! –la interrumpí sin dejarla terminar, no quería volver –. Perdona, es que no me apetece estar hoy en casa, quiero pasear un poco y ver todo esto, además ya estoy mejor, mira –dije mientras me levantaba.

-Vale, como quieras –hablaba sin demasiada convicción pero comenzó a andar a mi lado –. Bueno y ahora que ya sabes que no tenemos librería ni biblioteca ¿que quieres hacer?

-Tranquila, creo que podremos encontrar algo que hacer –dije intentando parecer animada.

El resto del día transcurrió bastante tranquilo, o eso es por lo menos lo que intenté, de hecho incluso lo pase bien con Rosa. Me enseñó el pueblo al completo, no sólo las partes que no conocía, sino también las que ya había visto, y me contó las historias de todas las personas con las que nos íbamos encontrando por la calle, bien paseando o sentados en las puertas de sus casas. Conocía todo y a todos los que la rodeaban y resultó ser sin duda una gran guía turística.

A pesar de todo mi mente volaba constantemente de la realidad que me rodeaba a Izan, y aunque intentaba evitarlo y concentrarme en Rosa me era muy difícil mantener mi atención en ella.

Finalmente decidimos comer juntas en la terraza de un pequeño bar-restaurante y durante la comida pude apreciar con alivio que Rosa se iba animando poco a poco. Supe entonces que era un par de años mayor que yo y que a diferencia de muchos otros jóvenes del pueblo, algunos de ellos amigos suyos, había decidido quedarse allí. Le gustaba vivir en el pueblo y lo tenia pensado todo, se ganaría la vida igual que su madre, seguiría la tradición familiar, consistente en hacer y vender embutido artesanal, tanto a las tiendas del pueblo como a las de los pueblos vecinos. Yo personalmente no encontraba ningún atractivo en todo aquello pero ella en cambio parecía disfrutar sólo con hablar de ello.

Fue durante la comida cuando me dí cuenta de que a pesar de que Rosa hablaba y hablaba continuamente apenas sabía nada de su vida, me dio la sensación de que tal vez no la creyese tan interesante como la del resto de los habitantes del pueblo.

-Oye Rosa –dije mientras esperaba a que nos trajeran los cafés que habíamos pedido –. Me acabo de dar cuenta de que no se nada de ti.

-¿A que te refieres?

-Pues a que lo único que conozco de ti es tu nombre, que vives al final de la misma calle en la que vivo yo y que tienes dos años más que yo, es decir 20, y eso porque hoy hemos comido juntas.

-Eso no es cierto, también sabes a que se dedica mi familia y a que espero dedicarme yo dentro no demasiado tiempo.

-Tienes razón, pero me refería a algo más personal, por ejemplo ¿tienes hermanos?

-No, hermanos no, pero tengo algo muy parecido –contestó sonriendo, eso estaba bien, tenía una sonrisa muy bonita y no recordaba haberla visto en todo el día. – Mi primo Ángel.

-¿Ángel? No me suena –dije no sin cierta prudencia, últimamente al parecer no se me estaba dando muy bien recordar a quien conocía y a quien no.

-No le conoces, lleva en casa cerca de doce años, vino cuando murieron sus padres.

-Vaya.

-Si, murieron en un accidente de coche y al parecer mis padres aparecían como sus tutores legales así que se vino a vivir con nosotros, la verdad es que su historia es muy triste pero yo me alegro de que este en casa, es lo más parecido a un hermano que tendré jamás. Estaría bien que os conocierais.

-Si claro –dije mientras le indicaba al camarero que nos trajese la cuenta –. ¿Por que no? Y dime ¿Cuántos años tiene? –intenté parecer interesada de verdad.

-26 y además es veterinario –contestó con un mal disimulado orgullo en su voz que demostraba que realmente le consideraba un hermano, como hija única no pude evitar sentir una punzada de envidia.

Después de pagar aún estuvimos un rato más allí sentadas, la compañía de Rosa me estaba resultando mucho más grata de lo que había esperado y me sentía cómoda hablando con ella mientras el sol comenzaba por fin a brillar con fuerza.

Apenas hablamos de Izan en todo el día, a excepción de la conversación que mantuvimos a la mañana, lo que al principio e incluso hasta casi la hora de comer me puso nerviosa, ya que el era el centro de todos mis pensamientos y quería que continuase ahí. Más tarde llegué a agradecer el hecho de mantenerle alejado de nuestra conversación. Finalmente y con el transcurso del día dejé de pensar en él e incluso llegué a relajarme.

 

Llegué a casa ya entrada la tarde, estaba realmente agotada, habíamos andado mucho, hasta caminamos por las afueras del pueblo un buen rato, y en todo aquel tiempo Rosa no paró de hablar.

Tenía ganas de quitarme las zapatillas, ponerme el pijama y sentarme a leer, necesitaba algo de silencio. Ni siquiera miré hacia su casa y no era algo que evitase hacer conscientemente, simplemente me había relajado, pero mientras abría la puerta sentí movimiento detrás de mí. Me volví despacio, sin saber que hacer o decir si me encontraba con él, pero en lugar de eso allí estaba Travis sentado, me miraba tranquilamente, ni siquiera le había visto u oído acercarse, cuando vio que quería acariciarle se adelantó y puso su cabeza bajo mi mano de nuevo.

 – ¿Qué haces aquí guapo? –miré hacia la puerta de Izan y vi que estaba abierta, no me había dado cuenta hasta ese momento y entonces sentí la necesidad de entrar en casa –. Me voy precioso, no te lo tomes a mal pero aún no estoy preparada –le dije mientras le acariciaba por última vez el lomo.

Me había puesto nerviosa otra vez ante la expectativa de verle de nuevo y no sólo era eso, estaba cansada, mentalmente me sentía agotada, ¿como se suponía que iba ha hablar con el si sólo de pensar en verle me ponía en ese estado?, tenia que controlarme, quería verle de nuevo y pronto, pero desde luego no así.

Ayer comenté en la página de facebook que me gustaría tener un espacio en el que poder contaros que me han parecido los libros que me he leído últimamente o cuales me gustaría leer o que libro me ha decepcionado enormemente.
Empezaré con el último libro que he leído, lo terminé ayer por la tarde así que lo tengo reciente, en mi caso os diré que eso es muy importante porque tengo tantas cosas en la cabeza que últimamente mi memoria no es ni de lejos lo que era, en fin sigamos.
El libro en cuestión es "Diario de invierno" de Paul Auster, no es literatura juvenil, ni esta dentro del genero de Renacidos, pero como ya os he comentado adoro leer y leo de todo o por lo menos eso es lo que intento. En el caso de este libro he de decir que me ha encantado, es como su propio título indica un diario de la vida del autor, contada de manera franca y sencilla, sin ocultar las partes menos agradables  de su vida, o las que tal vez otras personas considerarían vergonzosas.
Me ha resultado ameno y muy fácil de leer. Me ha gustado tanto que ya he pedido en la biblioteca " A salto de mata" un diario anterior del mismo autor.

Me gustaría deciros también que soy una gran usuaria de bibliotecas, no solo porque economicamente no pueda permitirme comprar todos los libros que me gustaría sino porque me encanta estar en la biblioteca, rodearme de libros y de silencio. Pero esto también tiene una parte negativa y es la de que muchas veces he de esperar para poder leer un libro, por ejemplo aun no he podido leer "Los juegos del hambre" a pesar de que tengo muchisimas ganas de tenerlo entre mis manos. Como ya os imaginareís tiene una lista de espera largiiiiiiisima, asi que tocará esperar.

Por cierto dentro de poco me gustaría comentaros que me ha parecido la saga de "El gremio de los cazadores" de Nalini Singh, consta de tres libros: "El angel caido", "El beso del arcángel" y "La dama del arcángel".
El caso es que los leí hace un tiempo y tengo que refrescarme un poco la memoria...

martes, 5 de junio de 2012

CAPITULO 6, LA PRIMERA MAÑANA



-¡Hola preciosa!

Su voz fue lo primero que oí al despertar pero no me hizo falta para saber que él estaba allí, incluso antes de abrir los ojos, de escucharle, ya lo sabía.

-Hola –el sol iluminaba levemente la habitación, podía apreciar las pequeñas motas de polvo a través de los rayos que entraban por la ventana –. ¿Qué haces aquí? –dije con voz suave y algo pastosa.

-Despertarte, ¿que si no? –estaba de pie junto a la ventana, se había lavado y cambiado de ropa, aún tenía el pelo mojado.

-¿Sabes que esta es mi casa? –dije mientras me recostaba en la cama –. Por lo menos de momento.

- Bueno pensé que después de haberte traído anoche en brazos y haberte metido en la cama tenía cierta libertad.

Me sonreía abiertamente y no pude evitar mirar las sabanas que tenia encima, era cierto, incluso me había tapado, las levanté con un gesto rápido y reflejo para mirar bajo ellas sólo para comprobar que tenia la misma ropa de la noche anterior, mi reacción hizo que esta vez su sonrisa se transformase en una carcajada.

-Sólo te quité las zapatillas dijo dando un paso hacia mi –. Soy todo un caballero, lo prometo.

-Ya veo –dije sonriéndole a mi vez –. Y ¿Qué haces aquí exactamente? –terminé de sentarme en la cama.

-Veras –dijo sentándose a mi lado –. Anoche me hubiese gustado decirte una cosa pero lo cierto es que empiezo a preguntarme si tal vez seas una versión moderna de la bella durmiente.

Me ruboricé, tenía razón, ¿qué era lo que me había pasado esa noche?, no sólo me había dormido dos veces sino que me había sentido cómoda y relajada al hacerlo a su lado.

-Bueno, en ese caso acepto mi parte de culpa, ¿que querías decirme?

-Veras, en realidad no quería decirte nada, más bien tenía que hacer una cosa pero como ya te he dicho soy todo un caballero y no me pareció apropiado hacerlo mientras dormías –comenzó a acercarse a mí despacio. No era capaz de moverme, era consciente de lo que ocurría pero no podía hacer nada, veía como se acercaba lentamente a mí, podía sentir su aliento en mi cara, sus labios dibujaron una leve sonrisa al hablar –. Ya sabes por eso de que en nuestro primer beso deberías estar consciente.

-¿Qué?

Apenas pude decir nada más, sus labios suaves y anhelantes ya estaban sobre los míos, no podía ni quería apartarme de él, al contrario mis brazos rodearon su cuello y lo atrajeron más hacia a mí, me dejé caer en la cama llevándole conmigo, ahora estaba sobre mí, sentía sus caricias en mi costado, mi cintura y entonces soltó mis manos y se apartó con delicadeza.

-Vale, no está mal para ser un primer beso, ¿no crees? –su sonrisa era en ese momento algo más que familiar, era algo natural –. Hubiese sido una lástima que te lo perdieras, ¿no te parece?

-Sin duda, hubiera sido una lástima.

Estaba más que asombrada de mi misma, pero ¿que había hecho? había abrazado y metido literalmente en mi cama a un chico al que hacía apenas veinticuatros horas que conocía. Le había besado por primera vez pero no me lo había parecido, no había sido extraño, al contrario, el contacto de su cuerpo me pareció reconfortante, como si hubiese estado mucho tiempo esperándolo.

Me levanté de la cama, él ya no sonreía, se había dado cuenta de que algo en mi expresión había cambiado, me miraba a los ojos mientras me acercaba, esta vez fui yo, me puse de puntillas y levanté mi cara hacia la suya, necesitaba besarle otra vez, necesitaba saber que estaba sintiendo, el no se resistió cerró los ojos mientras se agachaba para rodear mi cintura con sus brazos, me levantó suavemente del suelo y nos besamos muy despacio. Cuando separamos nuestros labios ni siquiera sabía que iba a decir, las palabras fluyeron sin más.

-Necesito saber que está pasando Izan, no puedo entenderlo.

-Lo sé –me miraba dulcemente a los ojos y su voz reflejaba algo más que compresión.

-¿Por qué todo en ti me es tan familiar? ¿Por qué mi cuerpo se comporta como si siempre te hubiese estado buscando? no tiene sentido, no te conozco –dije levantando la voz poco a poco, sin ser apenas consciente de ello.

-Lo sé, tranquila, todo va ir bien, ¿vale? Yo te ayudaré –sujetaba mis manos entre las suyas –. Siempre lo hago.

Volvió a besarme suavemente, primero en la frente y luego en los labios, había oído lo que me había dicho pero aún así no era capaz de entenderlo, ¿que significaban sus palabras?, no podía pensar mientras me besaba, mientras sus manos me apretaban contra él.

- ¡No! ¡Para! –le aparté de mí con fuerza –. No puede entenderte, ¿qué significa?, no sé qué dices, ¿qué es todo esto? –se separó lentamente de mí –. Creo que necesito que te vayas, necesito estar sola.

Las palabras surgieron de nuevo sin control, acababa de decirle que quería que se fuese cuando la realidad era que al apartarle de mi lado había sentido como si una cuerda invisible me empujase de nuevo hacia el. Tenía que reaccionar, decirle que no era cierto, pero no me lo permitió.

-Bien, puedo esperar, llevo haciéndolo 23 años, puedo hacerlo un poco más, cuando estés lista estaré aquí, te estaré esperando.

Se fue sin más, apenas me miró una última vez antes de salir por la puerta, aunque si fue suficiente para ver que sus ojos estaban apagados y en ese momento me pareció que no era así como deberían estar, sentí un dolor opresivo en el pecho.