Tomada como tenía ya
la decisión de hablar con el no creí que fuese necesario esperar más, no tenía
ningún sentido retrasar algo que sin duda me haría bien, sabía lo que quería
preguntarle aunque no estaba demasiado segura de que sus respuestas me fuesen a
dar la tranquilidad que necesitaba.
Me preparé un café con leche y unas tostadas,
desayuné tranquila, sin prisas, intentado buscar la mejor manera de afrontar la
conversación y ordenando detalladamente en mi mente las preguntas que le haría.
Aunque sobre todo había tres que necesitaba hacerle, tres que volvían una y
otra vez a mi, ¿Por qué sentía que le conocía si no le había visto nunca antes
en toda mi vida?, ¿Por qué el se comportaba conmigo como si lo supiese todo de
mi? Y tal vez la más importante aunque no creía que el pudiese darme una
respuesta ¿Por qué me parecía que en el fondo todo aquello estaba bien, que era
lo correcto?
Después de fregar y recoger todo lo que
había usado para el desayuno decidí darme una ducha, que sin duda creí me
ayudaría a despejarme y a sentirme más activa, pues a pesar de que estaba
nerviosa y alterada una sensación de abotargamiento me había acompañado desde
que me había levantado esa mañana.
Me vestí frente al
espejo de la cómoda, unos vaqueros y una camiseta verde de manga corta, y
entonces, después de mucho tiempo sin hacerlo me detuve a observar mi reflejo.
Hacía tiempo que no me prestaba demasiada atención, tenía el pelo más largo de
lo que pensaba y a pesar de que me lo había recogido en una coleta, un par de
mechones ondulados me caían sobre la cara, nunca me había acabado de gustar del
todo mi pelo, ni liso ni rizado, como si nunca se decidiese a tomar una forma,
pero en aquel momento me pareció que estaba bien, suave y algo más claro de lo
habitual. Estaba bronceada por lo que mi piel tenia un bonito tono dorado, mis
ojos, la parte de mi que sin duda más me gustaba, marrones o verdes siempre
dependiendo de la luz, estaban brillantes y a pesar de que había adelgazado un
poco me veía bien, de hecho me sentía incluso mejor. Tenía buen aspecto, estaba
lista para salir de casa, cruzar la calle y enfrentarme a el, no, eso no era lo
que quería hacer, lo que realmente deseaba era reencontrarme con el.
Antes de salir a la calle abrí las ventanas
de la casa, siempre me había gustado esa sensación, la del aire frió de las
mañanas dándome en la cara, parecía ser la parte que le faltaba a mi mente para
terminar de despertarse.
El día era soleado,
claro y sin apenas nubes, parecía que el día anterior había dado por fin salida
al verdadero verano, aquello me animó aún más y me hizo sonreír aunque enseguida
lamenté no haber buscado las gafas de sol entre las cosas que todavía no había
guardado, esperaba por lo menos haberlas traído, el sol siempre me molestaba en
los ojos.
Cuando salí de casa encontré frente a mi
puerta algo que sin duda no esperaba, tumbado justo en la entrada estaba
Travis, cuyo único movimiento se limitó a un sonoro suspiro cuando la puerta se
cerró tras de mi.
Algo no iba bien, no porque Travis
estuviese allí, sino porque lo sentía, sentía que algo no iba como debiera, y
justo entonces lo supe, la realidad me golpeó en aquel instante y tuve que
sentarme en el pequeño banco de mi porche. Su casa estaba vacía, no lo sabía
solo porque las ventanas estuviesen cerradas o porque parte de sus plantas
hubiesen desaparecido, algo dentro de mí me decía que se había ido.
Me levanté lentamente y crucé la calle bajo
el sol que tan solo unos minutos antes me había hecho sonreír, aunque ya no lo
veía, ya no sentía su calor, ya no había nada más que aquella casa que yo sabia
vacía, y fue al llegar frente a su puerta y sentir el silencio cuando todo
llegó de golpe, la sensación de abandono, de oscuridad, la opresión en el
pecho, el no estaba allí, nos había dejado solos, porque no podía entender
como había dejado a Travis tras el, y lo
que era aún peor, ni siquiera me había dado cuenta de cuando había ocurrido,
preocupada como había estado en esquivarle y en no pensar en el, no había visto
lo que estaba pasando a mi alrededor, se había ido.
Mi mente estaba
vacía a excepción de una pregunta que gritaba sola y con fuerza ¿Por qué?,
luego siguieron otras, todas ellas inevitables, ¿Por qué lo habría hecho?, ¿no
me había dicho acaso no solo que podía esperarme sino que lo haría? Lo
recordaba perfectamente, habían pasado poco más de 24 horas desde que me había
dicho que me esperaría, que estaría ahí cuando estuviese preparada, pues
entonces ¿Qué estaba pasando?, ¿Dónde estaba?, quería gritar que ya estaba
lista, que ese era el momento, pero justo cuando estaba dispuesta ha hacerlo,
cuando estaba a punto de gritar con todas mis fuerzas que me había mentido, me
detuve, no lo hice, comprendí que no tenía ningún sentido, y de nuevo volvió a
golpearme aquella sensación, la que me decía que el ya no estaba allí.
Me sentía demasiado mal como para
permanecer allí de pie más tiempo así que me di la vuelta dispuesta a entrar en
casa y encerrarme en ella cuando me encontré de frente con la mirada de Travis,
estaba tan ensimismada en mis pensamientos que me había olvidado de el casi por
completo, ya no estaba tumbado, se había sentado y me miraba atentamente,
dispuesto a venir hacia mi en cuanto yo se lo pidiese, pero no lo hice, en
lugar de eso comencé a cruzar la calle despacio, y entonces vi algo bajo una de
sus patas delanteras, había lo que me pareció en un principio algún tipo de
propaganda. ¿Cómo no lo había visto antes?, seguramente Travis se había tumbado
encima, pero aunque no hubiese sido así, había salido tan decidida hacia mi
objetivo que seguramente habría pasado por encima sin verlo.
Cuando levanté la pata del perro aún no
imaginaba que podía ser pero ya estaba bastante segura de que no se trataba de
ninguna publicidad, desde luego este pueblo no parecía un lugar en el que
fuesen dejando propaganda por las puertas de las casas.
Solo cuando lo tuve en las manos me di
cuenta de que era algo más, era una carta, la abrí ansiosa mientras me sentaba
al lado de mi nuevo amigo, que no desaprovechó la oportunidad de saludarme con
un sonoro lametazo en la mejilla, yo por mi parte apenas le presté atención,
solo esperaba, deseaba que fuese de el. Aun antes de desdoblarla completamente
pude ver que no era demasiado larga, tan solo unas líneas, pero las suficientes
como para sentir que mi respiración se paraba casi en el acto, sin duda era de
el, la letra era bonita, de trazos limpios y finos.
Hola preciosa:
He tenido que irme unos días, sé que dije
que te esperaría y créeme por favor si te digo que esa sigue siendo mi
intención. Sé que ya lo sabes pero aun así quiero decirte que eres muy
importante para mi. Por supuesto, no tenia la menor intención de dejarte sola, no
permitiré que te sientas así nunca más, así que he dejado a Travis para que
cuide de ti por mi, (ya se que no es necesario pero como ya sabes, me siento más
seguro sabiendo que mi mejor amigo esta cuidando de mi chica), no te dará
ningún problema, he dejado su comida en casa junto a mi número de teléfono.
Intentare volver en un par de días.
PD. No te enfades conmigo por no despedirme, me hubiese
gustado decirte adiós de otra manera pero me ha parecido que intentabas evitarme
y no quería que te sintieses incómoda.
No te olvides de mí por favor.
Izan.
Me quedé allí
sentada junto a Travis, acariciándole casi sin darme cuenta de lo que hacía,
quería leer la carta una y otra vez, ¿A donde se habría ido? Nunca lo hubiese
reconocido en voz alta pero si que me sentía más sola ahora que el se había
marchado, aquella sensación continuaba haciéndome sentir incómoda, aún no podía
comprender como aquello me estaba ocurriendo a mi, pero volví a leer la carta
de nuevo, intenté hacerlo con ojos diferentes, desde otra perspectiva, buscando
algo que antes no hubiese sabido ver, no solo me consideraba alguien importante
sino que además daba por sentado que yo lo sabía, y lo cierto es que era
verdad, por supuesto no tenía ni idea de por que pero lo sabía. Y fue al leer
de nuevo el final de la carta cuando no pude evitar sentirme mal, no solo se
había dado cuenta de que le estaba esquivando sino que además había evitado por
todos los medios molestarme dejando para ello a Travis y su despedida en la
puerta.
Como me hubiese
gustado poder decirle que aquello no era necesario –Lo siento chico –dije
acariciando con suavidad a Travis –. ¿Cuanto tiempo llevabas aquí fuera? De
verdad que lo siento –hubiese querido preguntarle a Izan que era lo que le
obligaba a separarse de mi y sobre todo le hubiese dicho que no iba a olvidarme
de el, sobre todo porque sabía que ya no podría hacerlo.
Solo cuando hube leído la carta las
suficientes veces como para verla en mi mente sin necesidad de ningún papel la
doble de nuevo, y entonces mientras me ponía en pie y la guardaba en el
bolsillo trasero de mi pantalón me di cuenta de que antes ese mismo papel había
estado en sus manos, que aquella era su letra y que no sabía cuanto tiempo
antes el había estado allí de pie, separándose de su mejor amigo solo para
evitar así que la soledad que el sabía que ambos sentiríamos fuese más soportable para mi.
A pesar de que aún intentaba contenerme
ante algo que casi no entendía, ante algo que mi mente y mi sentido común me
decían que era demasiado pronto para sentir, no pude, no supe como hacerlo y
mientras abría la puerta para dejar pasar a Travis las lágrimas empezaron a
resbalar por mis mejillas.
Cerré tras de mi y como ya había hecho el
día que llegué me senté en el suelo con la espalda apoyada en la pared, con la
diferencia de que ahora estaba llorando y tenía la cabeza de un enorme pastor
alemán sobre mi regazo. Tras unos minutos las lágrimas acabaron aunque solo
para dar paso a una sensación aún peor, no sabia que hacer, me había preparado
a conciencia para lo que seria sin duda una de las conversaciones más
importantes que iba ha tener en mi vida y ahora que no iba a tener lugar, no
encontraba la manera de dejar de pensar en ello. Tal vez pasear me ayudase a
relajarme y a pensar más tarde con mayor claridad. Si, sin duda esa sería una
salida bastante aceptable, andar hacia ningún lugar en particular, con el que
sería mi guardián caminando a mi lado, sin rumbo, igualmente eso era lo que
llevaba haciendo desde hacia tiempo, no saber hacia donde iba se estaba
empezando a convertir en un rasgo familiar en mi, solo que ahora no estaba sola
–Tu vendrás conmigo ¿verdad amigo? –apoyé mi cabeza sobre el cuello de Travis
que no intentó en ningún momento apartarse de mi.
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