Aquella noche me acosté pronto, por fin había comenzado ha hacer
calor, confié en que dejar las contraventanas de mi habitación abiertas me
ayudase a conciliar el sueño, y así fue, apenas pasaron unos minutos desde que
me metí en la cama hasta que me quedé profundamente dormida.
Soñé, era un sueño extraño, más parecido a un recuerdo borroso, que no
podía ser real. Había un chico y una chica, al instante supe que éramos Izan y
yo, aunque no físicamente. Éramos diferentes, estábamos sentados en un callejón
oscuro, en otro lugar, en otro pueblo que no sabia identificar, en el que nunca
había estado.
¿Qué
estaba ocurriendo? En el sueño yo quería besarle, es más, necesitaba hacerlo, y
el no parecía sentir lo mismo que yo, estaba sentado a mi lado hablando.
Sentía
como el estar cerca de él me dolía, constantemente pensaba en sus labios, era
una sensación extraña, era algo más que eso, era una necesidad. Y el no parecía
notarlo, estaba tranquilo, sentado a mi lado y a oscuras, hablando como si todo
fuese normal. ¿Que podía hacer?, entonces el me habló.
-No
me estas escuchando.
Su
voz era diferente no era como la recordaba, tenia un tono algo más infantil,
este Izan era más joven.
-¿Que?
Si, si que te escucho, es sólo que…
No
podía evitar que me temblara todo el cuerpo y no quería que el lo notara. Yo
también era diferente, también más joven.
-Sólo
que…-Parecía intrigado y me miraba con esa media sonrisa que me obligaba a
apartar la mirada de él, eso continuaba siendo igual-. Nada
-No,
nada no, ¿que te pasa?, llevas todo el rato como si estuvieras en otro lugar,
venga dímelo, soy yo me lo puedes contar, ¿No? ¿No era ese el trato?
Tenia
razón, al parecer teníamos un trato, éramos amigos.
Todo
estaba en silencio, era ese silencio que sólo existe en los sueños, en los que
las cosas pasan sin más como si el resto del mundo estuviese vacío.
-Bueno
que, ¿me dices que te pasa o no?
Aunque
pudiese parecerlo yo sabía que no estaba impaciente y lo sabía porque le
conocía, éramos como él había dicho, amigos, o ¿no lo había dicho?
-¿Sabes
que? da igual, de hecho creo que me apetece moverme de aquí, estoy empezando a
quedarme entumecida
Comencé
a levantarme lentamente, dándole la espalda, necesitaba alejarme de él, no
quería mirarle a los ojos, porque entonces él sabría que algo estaba pasando y
yo no podría decirle el que, ¿cómo se le explica a alguien que necesitas
besarle si ni siquiera tu sabes de donde proviene esa urgencia?
-¿Ya
nos vamos entonces, tan pronto?
Parecía
decepcionado. Es curioso como las cosas en los sueños pueden llegar a parecer
reales.
-Si,
me apetece irme a casa.
Era
mentira, quería estar con el, acercarme más para sentir su contacto, su olor.
Sabía que tenia que irme en ese mismo momento porque incluso en un sueño la necesidad
que tenia mi cuerpo de él me impedía controlarme.
-Venga
ya, ¿que pasa?
Parecía
molesto pero me daba igual, ¿que se suponía que debía de hacer yo?, nunca había
sentido algo así, no sabía como comportarme y lo que era aún peor no sabía como
reaccionaría él si yo no podía controlarme, no quería estropearlo todo haciendo
o diciendo algo que lo alejase de mi, eso sería peor que cualquier otra cosa.
-Bueno
es que…, es que… – ¿que estaba haciendo?
¿Realmente iba a decirle la verdad? Algo podía inventar, ¿me conocía tanto como
para saber que le estaba mintiendo? –. Es que... tenia una duda, hay algo que
no entiendo, no, no se que pasa, no se que quieres… –incluso en sueños odiaba
titubear, dudar de esa manera no era propio de mi.
Empezó
a acercarse a mí, despacio, mirándome a los ojos.
-¿Qué
quieres tu?
Su
voz sonaba diferente, cálida, suave, se parecía más a la del Izan de mi
realidad, y ya estaba frente a mí, me obligaba a levantar la cara para poder
hablarle mirándole a los ojos, los mismos ojos oscuros.
-No
se que quieres decir.
-Me
has dicho que no sabes que es lo que quiero, y dime, tu ¿que es lo que quieres?
-No
lo se, es que todo esto es…
Entonces
sentí su mano en mi cintura, tenía miedo de mirarle pero notaba como su cara se
acercaba a la mía y sentía su respiración cerca de mi oído, su aliento cálido y
dulce en mi nuca y entonces mi cuerpo decidió tomar el control, como si supiese
que yo no iba a poder reaccionar y volví mi cara hacia la suya, su otra mano
estaba en mi espalda acercándome hacia el. Sentía los labios secos y entonces
un susurro en mi oído, despacio, dulce –Yo quiero esto –y ya no fui capaz de controlar nada de lo que pasaba, sentía sus
labios rozando los míos, despacio, sólo un roce, sentía su respiración, su
olor, y mi boca fue en busca de la suya, nos besamos, despacio, como si el
tiempo se hubiese detenido para nosotros, después fuimos perdiendo el control
hasta que mi cuerpo estaba tan pegado al suyo que apenas podía respirar, pero
no me importaba, mis brazos estaban alrededor de su cuello, tocando su pelo, su
piel.
Entonces
comenzó a separarse lentamente de mi dándome pequeños besos en los labios
mientras lo hacia y después en la frente hasta que se separó por completo, mi
respiración comenzaba poco a poco a volver a la normalidad y aunque no quería
tuve que mirarle a los ojos. Me miraba sonriendo, tranquilo, parecía brillar
con luz propia en aquella oscuridad, parecía feliz. Quería volver a besarlo,
volver a sentir de nuevo su contacto, su sabor, su olor.
-Vale,
ahora puedes irte a casa si quieres –y la sonrisa se ensanchó más en sus
labios.
-¡¡¡Que!!!
Mi
voz sonó extraña, como si hubiese dicho algo realmente escandaloso, y en el
fondo así era porque no podía creer lo que estaba diciendo, ¿irme a casa?
¿estaba loco? Desde luego este no era el momento de irse a casa, quería estar
con el, tocarle, cogerle la mano, sentirle cerca. Aunque aquello fuese un sueño
quería aprovechar ese momento no quería que terminase tan pronto.
-Bueno
querías irte a casa ¿no? Además ya es tarde.
Lo
estaba diciendo en serio y se alejaba mientras hablaba.
-Vale,
pues entonces nos vemos mañana. ¿No?
Estaba
ansiosa, no quería que mi voz me delatase pero debió de hacerlo porque su
expresión cambió, se relajó y parecía querer calmarme.
-Claro,
tranquila, nos vemos mañana, ¿te parece?
Entonces
me desperté, la luz del sol ya entraba por la ventana. Estaba asustada,
nerviosa, me levanté de la cama para ir a la cocina, tenía la boca seca,
necesitaba beber algo, aún sentía la ansiedad que me había provocado separarme
de él durante un sueño que me había parecido demasiado real para llamarlo ni
siquiera así.
Mientras
bebía me di cuenta de que ya había tomado mi decisión, tenia que hablar con él.
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