Necesitaba pensar, me acosté de nuevo en la cama mirando el techo,
esperando estar más tranquila para poder ver las cosas con claridad. “ Llevo
esperándote 23 años” eso era lo que
había dicho, lo oía en mi cabeza una y otra vez aunque no podía entender que
significaba, ¿cómo se puede esperar a alguien que no conoces?, ¿ cómo se puede
esperar a alguien que no sabes que va a llegar?, nada de lo que estaba pasando
tenía ningún sentido y lo más curioso era que no tenía miedo, ni él ni nada de
lo que estaba ocurriendo me asustaban, sólo sentía una imperiosa necesidad de
comprender, no sólo de comprenderle a él sino a mí misma, me estaba comportando
de una manera que no reconocía en mi. Tenía que recapitular, despacio, desde el
principio y eso era incluso antes de conocerle a él.
Llevaba mucho tiempo sintiéndome extraña, sintiendo que algo dentro de
mí había cambiado pero no podía decir el que. Una sensación de pérdida se
abatía sobre mí, sabía que en parte era debida a que echaba algo de menos pero
era incapaz de averiguar el qué, a simple vista nada a mi alrededor había
cambiado y de repente tuve la necesidad de huir de mi casa, de escapar de mi
madre y de todo lo que me era conocido o familiar, porque ya, sin saber porque,
no los sentía así.
De esa
manera tan irracional acabé llegando a un lugar donde le encuentro a él. No,
creo que lo correcto sería decir que él me encuentra a mí y a pesar de no habernos
visto nunca antes se comporta conmigo como si nos conociésemos desde hace mucho
tiempo. Me hace sentir bien, a su lado estoy tranquila e incluso su presencia
me resulta cotidiana y familiar. Después nos habíamos besado, yo le había besado
y mi cuerpo había reaccionado como si eso fuera lo que tenía que pasar, como si
hubiese añorado su contacto durante mucho tiempo, como si hubiese estado
sufriendo hasta entonces, en realidad hubiese jurado que esa sensación de
perdida que tanto me había atormentado se había desvanecido en aquel mismo
instante, al sentir el peso de su cuerpo sobre el mío se había marchado, pero
¿cómo podía ocurrir algo así? ¿Realmente era a él a quién estaba buscando?
¿Podría el saberlo y estar esperándome?
Sólo
encontraba más preguntas, necesitaba hablar con él de nuevo, pero no en ese
momento, tenía que esperar, volver a sentirme dueña de mí. Quería saber
exactamente que le iba a decir y que respuestas necesitaba conocer, sin duda
ese no era el momento adecuado, había dicho que llevaba 23 años esperándome,
pues podría seguir haciéndolo un par de días más, y yo por mi parte intentaría
averiguar qué era lo que realmente quería saber.
Me
propuse pasar el resto del día tranquila, decidí dar un paseo por los
alrededores de la casa, conocer el bosque o mejor dicho recordarlo y visitar la
parte del pueblo que aún no había visto.
Después
de darme una ducha e intentar comer algo salí a la calle, traté de no mirar
hacia su casa, no quería verle, a pesar de que era lo más deseaba en el mundo
en ese momento, porque no hubiese sabido que decirle ni cómo comportarme, pero
aun así, lo primero que hice al abrir la puerta fue mirar hacia delante. No
estaba allí, la puerta y las ventanas estaban cerradas así que supuse que tal
vez se habría ido con Travis a dar un paseo por lo que decidí posponer mi
visita al bosque, si había algo de lo que estaba segura era de que no hubiese
podido controlarme si me lo encontraba a solas en el bosque, incluso después de
la ducha, la comida y del tiempo que había pasado desde que se había marchado
de mi habitación aquella mañana, aún sentía la necesidad de estar junto a él.
Aquel día tendría que ser suficiente con conocer el resto del pueblo.
Estaba
cerrando la puerta de casa cuando oí una voz chillona.
-Hola
Carla ¿Qué haces? ¿Vas a salir? –Rosa, frente a mi puerta y de nuevo y sin ella
saberlo mi salvación.
-Hola,
la verdad es que si, había pensado dar un paseo por el pueblo, visitar la parte
que aún no he conocido y tal vez comprar algún libro –ni siquiera sabía porque
había dicho eso, ya había traído todos los libros que necesitaba, pero en aquel
momento me pareció un buen plan para pasar la tarde. Comprar libros, tenerlos
en mis manos, pasear entre ellos, siempre me relajaba. Por la cara que puso
Rosa sentí que había errado en la elección – ¿Qué pasa? ¿He dicho algo malo?
-No,
no es eso, es sólo que no creo que aquí puedas comprar muchos libros, la única
librería que había en el pueblo cerró hace cosa de medio año.
-No
me lo puedo creer ¿me lo dices en serio? –me arrepentí de haber hecho esa
pregunta en el mismo momento en el que salió de mis labios, la cara de Rosa
reflejaba resignación aunque sobre todo me pareció ver tristeza en sus ojos –.
Y dime ¿cómo os las arregláis? –a pesar
de que sabía que mis preguntas no le gustaban no podía dejar de hacerlas,
aquello sí que no me lo había esperado, ¿cómo podían no haber una librería en
todo el pueblo? –. ¿Y donde compráis los libros aquí?
-Bueno
no muy lejos en el pueblo de al lado si que tienen, de hecho allí tienen hasta
una biblioteca y está bastante bien, aquí ya somos pocos y cada vez quedamos
menos jóvenes Carla, me parece que no te has dado cuenta pero el pueblo se está
muriendo, ya nadie quiere vivir aquí.
-Si
me había dado cuenta de que había poca gente pero no creí que llegase hasta ese
extremo. Simplemente pensé que se debía a las vacaciones de verano.
-Tranquila,
de hecho el que tú y tu vecino hayáis venido ha animado bastante el pueblo.
Izan,
no me acordaba de que aún no me había movido de las escaleras de casa, lo que
significaba que en cualquier momento el podría regresar y sería inevitable
vernos
–
¿Oye Rosa me acompañas? –dije mientras empezaba a andar.
-Si
claro.
Empezamos
a andar juntas hacia la carretera, estaba más callada que el día anterior, no
pude evitar sentir que en parte era por mi culpa.
-Oye
– no sabía muy bien cómo empezar la conversación sin que fuese obvio que
deseaba hablar de él –. A propósito de mi nuevo vecino ¿sabes algo de el?
-¿De
Izan? –asentí con la cabeza esperando no parecer impaciente –. Bueno no mucho
en realidad, lleva poco en el pueblo y apenas ha hablado con nadie.
-Tú
sí que has hablado con él ¿verdad?
Sabia
que Rosa no habría podido aguantar la tentación de hablar con Izan. Guapo,
misterioso, demasiado para no intentarlo por lo menos.
-Si
bueno, no te voy a negar que por lo menos lo intenté, pero no fue fácil, de
hecho a penas hablamos unos minutos, no es que fuese desagradable o mal
educado, al contrario no dejaba de sonreír –estaba segura de eso, de hecho veía
la escena en mi mente con mucha claridad, podía ver su sonrisa y a Rosa
intentando recordar que quería de el –. No me dijo gran cosa, una mañana al
salir de casa le vi apoyado en el pozo con su perro acostado a sus pies, tiene
un perro muy bonito ¿verdad ?–asentí –. Bueno, el caso es que me acerqué a él,
ya sabes con la intención de hablar un poco pero lo único que me dijo fue que
había venido aquí porque quería pasar unos días tranquilo, aprovechar para
pasear con su perro y hacer senderismo y ese tipo de cosas.
Volví
a asentir con la cabeza, no era gran cosa pero desde luego no había esperado
que Izan le contase mucho más a Rosa.
-Y
siento comunicarte que también me dijo que no tenía pensado estar mucho tiempo.
-¿Qué?
–desde luego eso no me lo había esperado –. ¿Eso te dijo?
-Pues
si, me dijo que estaba esperando a alguien y que luego se irían.
Me
quede quieta, en silencio, sin saber muy bien qué hacer, Rosa dio un par de
pasos más hasta que se dio cuenta de que yo no la acompañaba.
-¿Carla?
Antes
no quería parecer ansiosa o impaciente pero ahora me daba igual, quería saber
todo lo que supiese y no me importaba lo que pudiese pensar.
-¿Te
dijo algo más?
-No,
pero aunque no me lo dijo es una chica, eso seguro –se quedó un rato callada
mirándome –. Lo sé porque dijo algo así como “cuando ella venga pasaremos unos
días más y luego nos marcharemos los tres” así que deduje que estaba esperando
a una chica.
De repente sentí mucho calor y todo comenzó a
dar vueltas,
-¿Carla
estas bien? estas pálida.
Me
senté en unas escaleras a tientas intentando no caerme.
-Si,
estoy bien, sólo me he mareado un poco.
-¿Has
comido algo hoy?
-Si,
aunque la verdad es que no ha sido gran cosa y ayer apenas cené, dame un
momento ¿vale?
¿Qué
estaba ocurriendo? ¿A quién estaba esperando?, ¿era posible que aquello
estuviese ocurriéndome a mi?, ¿acaso me estaba esperando sin conocerme?, la
respiración se me empezó a acelerar de nuevo porque si no me esperaba a mí la
respuesta seria aún peor, simplemente no podía ser que estuviese esperando a otra
persona, no sabía como pero estaba segura, era a mi a quien había ido a buscar,
lo había visto en sus ojos.
-Oye
Carla igual seria mejor que volviésemos a casa sólo por...
-¡No!
–la interrumpí sin dejarla terminar, no quería volver –. Perdona, es que no me
apetece estar hoy en casa, quiero pasear un poco y ver todo esto, además ya
estoy mejor, mira –dije mientras me levantaba.
-Vale,
como quieras –hablaba sin demasiada convicción pero comenzó a andar a mi lado
–. Bueno y ahora que ya sabes que no tenemos librería ni biblioteca ¿que
quieres hacer?
-Tranquila,
creo que podremos encontrar algo que hacer –dije intentando parecer animada.
El
resto del día transcurrió bastante tranquilo, o eso es por lo menos lo que
intenté, de hecho incluso lo pase bien con Rosa. Me enseñó el pueblo al
completo, no sólo las partes que no conocía, sino también las que ya había
visto, y me contó las historias de todas las personas con las que nos íbamos
encontrando por la calle, bien paseando o sentados en las puertas de sus casas.
Conocía todo y a todos los que la rodeaban y resultó ser sin duda una gran guía
turística.
A
pesar de todo mi mente volaba constantemente de la realidad que me rodeaba a
Izan, y aunque intentaba evitarlo y concentrarme en Rosa me era muy difícil
mantener mi atención en ella.
Finalmente
decidimos comer juntas en la terraza de un pequeño bar-restaurante y durante la
comida pude apreciar con alivio que Rosa se iba animando poco a poco. Supe
entonces que era un par de años mayor que yo y que a diferencia de muchos otros
jóvenes del pueblo, algunos de ellos amigos suyos, había decidido quedarse
allí. Le gustaba vivir en el pueblo y lo tenia pensado todo, se ganaría la vida
igual que su madre, seguiría la tradición familiar, consistente en hacer y
vender embutido artesanal, tanto a las tiendas del pueblo como a las de los
pueblos vecinos. Yo personalmente no encontraba ningún atractivo en todo
aquello pero ella en cambio parecía disfrutar sólo con hablar de ello.
Fue
durante la comida cuando me dí cuenta de que a pesar de que Rosa hablaba y
hablaba continuamente apenas sabía nada de su vida, me dio la sensación de que
tal vez no la creyese tan interesante como la del resto de los habitantes del
pueblo.
-Oye
Rosa –dije mientras esperaba a que nos trajeran los cafés que habíamos pedido
–. Me acabo de dar cuenta de que no se nada de ti.
-¿A
que te refieres?
-Pues
a que lo único que conozco de ti es tu nombre, que vives al final de la misma
calle en la que vivo yo y que tienes dos años más que yo, es decir 20, y eso
porque hoy hemos comido juntas.
-Eso
no es cierto, también sabes a que se dedica mi familia y a que espero dedicarme
yo dentro no demasiado tiempo.
-Tienes
razón, pero me refería a algo más personal, por ejemplo ¿tienes hermanos?
-No,
hermanos no, pero tengo algo muy parecido –contestó sonriendo, eso estaba bien,
tenía una sonrisa muy bonita y no recordaba haberla visto en todo el día. – Mi
primo Ángel.
-¿Ángel?
No me suena –dije no sin cierta prudencia, últimamente al parecer no se me
estaba dando muy bien recordar a quien conocía y a quien no.
-No
le conoces, lleva en casa cerca de doce años, vino cuando murieron sus padres.
-Vaya.
-Si,
murieron en un accidente de coche y al parecer mis padres aparecían como sus
tutores legales así que se vino a vivir con nosotros, la verdad es que su
historia es muy triste pero yo me alegro de que este en casa, es lo más
parecido a un hermano que tendré jamás. Estaría bien que os conocierais.
-Si
claro –dije mientras le indicaba al camarero que nos trajese la cuenta –. ¿Por
que no? Y dime ¿Cuántos años tiene? –intenté parecer interesada de verdad.
-26
y además es veterinario –contestó con un mal disimulado orgullo en su voz que
demostraba que realmente le consideraba un hermano, como hija única no pude
evitar sentir una punzada de envidia.
Después
de pagar aún estuvimos un rato más allí sentadas, la compañía de Rosa me estaba
resultando mucho más grata de lo que había esperado y me sentía cómoda hablando
con ella mientras el sol comenzaba por fin a brillar con fuerza.
Apenas
hablamos de Izan en todo el día, a excepción de la conversación que mantuvimos
a la mañana, lo que al principio e incluso hasta casi la hora de comer me puso
nerviosa, ya que el era el centro de todos mis pensamientos y quería que
continuase ahí. Más tarde llegué a agradecer el hecho de mantenerle alejado de
nuestra conversación. Finalmente y con el transcurso del día dejé de pensar en
él e incluso llegué a relajarme.
Llegué
a casa ya entrada la tarde, estaba realmente agotada, habíamos andado mucho,
hasta caminamos por las afueras del pueblo un buen rato, y en todo aquel tiempo
Rosa no paró de hablar.
Tenía
ganas de quitarme las zapatillas, ponerme el pijama y sentarme a leer,
necesitaba algo de silencio. Ni siquiera miré hacia su casa y no era algo que
evitase hacer conscientemente, simplemente me había relajado, pero mientras
abría la puerta sentí movimiento detrás de mí. Me volví despacio, sin saber que
hacer o decir si me encontraba con él, pero en lugar de eso allí estaba Travis
sentado, me miraba tranquilamente, ni siquiera le había visto u oído acercarse,
cuando vio que quería acariciarle se adelantó y puso su cabeza bajo mi mano de
nuevo.
– ¿Qué haces aquí guapo? –miré hacia la puerta
de Izan y vi que estaba abierta, no me había dado cuenta hasta ese momento y
entonces sentí la necesidad de entrar en casa –. Me voy precioso, no te lo
tomes a mal pero aún no estoy preparada –le dije mientras le acariciaba por
última vez el lomo.
Me
había puesto nerviosa otra vez ante la expectativa de verle de nuevo y no sólo
era eso, estaba cansada, mentalmente me sentía agotada, ¿como se suponía que
iba ha hablar con el si sólo de pensar en verle me ponía en ese estado?, tenia
que controlarme, quería verle de nuevo y pronto, pero desde luego no así.
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