Muchas veces me he preguntado que animal sería, aunque no me resulta
muy difícil de imaginar, sería algún tipo de felino, seguro. No sé exactamente
cual, creo que eso dependería del momento. Me gusta estar sola, no sólo no me
molestan el silencio ni la soledad, sino que me cuesta mucho compartir mi
tiempo con alguien con quien no me sienta completamente a gusto, tiene que ser
una persona realmente especial, capaz de estar a mi lado sin sentirse incómodo
en silencio, porque no siempre es necesario hablar, a veces es incluso mejor no
hacerlo.
Otras
veces me siento increíblemente mimosa, necesitada de cariño, de caricias, de
contacto físico y esa es la parte que me resulta más difícil porque cuando ese
momento llega ya he conseguido apartar de mi lado a la mayor parte de las
personas que en algún momento estuvieron dispuestas a darme todo eso.
Y
otras veces, algunas de ellas sin motivo, me vuelvo, arisca y agresiva. Al
parecer mi carácter y mi personalidad se guían sin rumbo, libremente, sin que
yo pueda hacer nada por evitarlo.
¿Y
qué animal sería él? No tenía ninguna duda, un lobo, lo sabia sin conocerle,
siempre protegiendo a los suyos, tierno y juguetón en ocasiones pero siempre
cerca y alerta para defender aquello que ama. Y ahora él me sentía suya y por
lo tanto nunca dejaría que nada malo me pasase, no hacía falta que me dijese
nada, yo ya lo sabía, lo había notado esa noche con fuerza, me había sentido a
salvo.
Me
cogió en brazos y me llevó a casa, en silencio, me dejó en la cama suavemente
sin despertarme, en realidad no recordaba ni siquiera estar dormida, podía
sentirle, notaba la suavidad con la que me trataba, la sencillez y la
familiaridad de todo lo que hacía convertía aquel momento en algo irreal, tal
vez estaba soñando, pero si era así, era un sueño que ya había vivido antes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario