viernes, 29 de junio de 2012

CAPITULO 11, BARCELONA I



Se sentó en uno de los bancos centrales del parque enfrente de su casa, al principio mientras bajaba con su moto por la calle temió haberse equivocado, pues el parque que el recordaba, en el que había estado sentado, vigilando, la última vez era diferente, después, solo unos segundos después de su primera impresión vio que no se había confundido de lugar, sino que lo que ocurría era que simplemente lo habían remodelado, ya no tenia tantos árboles ni zonas verdes, los columpios eran diferentes, habían sustituido los viejos de hierro por unos nuevos , más vistosos y probablemente de materiales más seguros y llamativos para los niños. De cualquier forma todo aquello no tenia importancia, no modificaba sus planes en nada, no los haría ni más fáciles ni más difíciles, simplemente tendría que sentarse allí a esperar. La ubicación de ese parque era perfecta para el, justo desde el banco en el que se encontraba podía ver claramente la puerta del portal. Le vería, sin duda le reconocería al instante, solo tenia que esperar a que entrase o saliese de su casa, y casi con total seguridad lo que le vería hacer seria entrar o eso al menos es lo que las persianas bajadas de las ventanas le decían, ventanas que por cierto también veía a la perfección desde aquel banco.

Se acomodó y recolocó lo mejor que pudo preparado para esperar a que llegase a casa. No tardaría mucho más, ya era cerca de las siete de la tarde y por lo que había podido ver otras veces nunca solía llegar después de las ocho u ocho y media a más tardar, al principio supuso que se debía a que tenía que estudiar, no sabia exactamente que carrera cursaba aunque creía que era algo relacionado con la medicina, una vez estuvo lo suficientemente cerca de el en una cafetería como para poder leer parte de sus apuntes y ver la portada de uno de sus gruesos libros universitarios, y el ni siquiera se había dado cuenta de nada, estaba tan absorto en la lectura de sus notas y apuntes que no le había prestado la menor atención, por supuesto todo aquello hacia que se sintiese más tranquilo y confiado, aquella actitud le hacia el trabajo más fácil.

Ahora que según sus cálculos habría terminado la carrera o lo que sea que hubiese decidido finalmente estudiar supuso que continuaría con sus viejos hábitos, o por lo menos eso era lo que esperaba. Aunque se le daba muy bien pasar desapercibido, tenia el presentimiento que un chico de 23 años sentado en un parque infantil pasada la media noche y solo podría llamar la atención de cualquiera que pasase, incluyendo a la policía y demás miembros de las fuerzas del orden y si tenia algo claro en ese momento era que no quería hacerse notar y que estaba demasiado cansado como para tener que dedicarse a dar explicaciones a nadie. Además de que la única persona a la que debía y quería dar explicaciones no estaba allí en ese momento.

Esperó y esperó, al principio sin dificultad, tan solo tenía que estar sentado viendo pasar a la gente, no era tan difícil, observaba a los niños jugar en el parque y a sus madres vigilándoles, pendientes de ellos, algunas sentadas en los bancos al igual que el y otras de pie junto a sus hijos, atentas todas ellas ante cualquier susto o caída. Aquel tipo de imágenes siempre le provocaba tristeza y no era que el no hubiese tenido una madre o que esta nunca hubiese compartido su tiempo con el, al contrario, la gran mujer que era su madre, siempre se desvivió por el dándole cualquier cosa que pudiese necesitar o querer y cuando llegó el momento de partir, cuando el cambio en el se hizo del todo evidente, ella sufrió, sufrió porque no entendía que le estaba ocurriendo a su pequeño, estaba cambiando ante ella, su hijo ya no era feliz, y no es que nunca se hubiese dado cuenta pues el siempre había sido un niño diferente, más callado y reservado que el resto, pero feliz, y cuando llegó la mayoría de edad no pudo hacer nada por retenerle a su lado, de hecho llegó incluso a sentirse agradecida de haberle tenido tanto tiempo a su lado ya que en más de una ocasión, con solo 16 años había temido no encontrarle al volver a casa. Sabía y sentía que su hijo tenía que partir y así lo hizo.

El por su parte siempre quiso mucho a su madre, pero siempre había sido diferente, no pudo disfrutar apenas de su infancia, o por lo menos no como lo hacían esos niños que tenía ante el, y no es que se lamentase por como era su vida, no, simplemente es que en aquel instante le pareció que en este viaje, todo había comenzado demasiado pronto, apenas había disfrutado de su infancia cuando los recuerdos y la responsabilidad de su búsqueda le arrebataron su adolescencia, no le importó porque siempre supo que el resultado de todo aquel cambio le llevaría hasta ella, le llevaría hasta Carla, aunque entonces aún no conocía su nombre, solo sentía que aquel viaje le había robado algo de lo que tenían esos niños.

No quiso pensar más en ello y cerró los ojos, tenía ya suficientes dudas y miedos como para encima provocarse el mismo aquella sensación amarga de haber perdido algo irrecuperable.

Se concentró lentamente en el viaje que acababa de realizar, en los paisajes que ya había llegado a conocer a fuerza de viajar, le gustaba repasar mentalmente las tonalidades del camino, se prometió que la vuelta sería diferente ya que en esta ocasión y tal vez a causa de lo difícil que se le había hecho partir apenas había prestado atención a su alrededor. Aun así podía recordar perfectamente el verde del principio, no solo un simple verde sino toda una paleta, una gama de este color que le acompañó en el inicio, después, y poco a poco comenzaba a llegar el color tierra, el amarillo, los girasoles y los llanos con rocas y árboles que en ocasiones le habían llegado a parecer huérfanos abandonados en medio de los campos secos, y ya llegando a su destino de nuevo el verde, de diferentes tonalidades también pero no tan amplias y ricas como las que había disfrutado al comienzo, estos verdes eran distintos, más cerca del amarillo que del color profundo y vivo que había dejado atrás al partir. Pero aun así le gustaba aquel trayecto con sus diferencias y los lugares que ya no necesitaba recorrer para poder recordar casi a la perfección, y así fue como sin quererlo paso del recuerdo al sueño.

Al despertar apenas fue consciente del hecho de que se había dormido, ni siquiera había cambiado de postura en casi, ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Una hora, tal vez dos?, sentía el cuerpo completamente entumecido pero aquello no era nada en comparación con la rabia que sintió al darse cuenta de que había perdido de vista su único objetivo. Intentó tranquilizarse y decirse que no pasaba nada, las ventanas seguían cerradas y las persianas bajadas, desde luego el no estaba en casa, pero ni siquiera ese pensamiento pudo animarlo, era demasiado consciente de que durante esas más que probables dos horas largas que había dormido, no quería mirar el reloj por miedo a comprobar lo que ya sabía, el podía haber entrado y salido de su casa sin que se hubiese dado cuenta, y entonces sintió de nuevo la frustración y la rabia creciendo dentro de el, lo hacia despacio, crecía poco a poco, pero aun así volvió a cerrar los ojos y se obligó a relajarse y ha hacer bajar su miedo y su ansiedad a un nivel aceptable. Cuando se sintió de nuevo algo más tranquilo encontró que aquella pequeña siesta no le había hecho tanto mal como había temido en un principio, se sentía más descansado y alerta y eso a pesar de la postura en la que se había dormido y en la que aún seguía al despertarse, y se sintió algo más animado, decidió que lo mejor sería entonces preguntar a algún vecino que entrase en el portal. Miró su reloj y se dijo que las nueve y media de la noche era todavía una hora más que decente para encontrar a alguien en la calle que tal vez supiese donde podía encontrarle.

Se levantó despacio del banco, estirando las piernas e intentando desperezarse sin ser demasiado obvio. Se dio cuenta entonces de que la mayoría de los niños y sus madres se habían marchado ya y de que apenas un par de bancos más tenían inquilinos, su pequeña siesta no había levantado demasiado interés.

Se levantó después de asegurase de que todo su cuerpo se había casi despertado pues aún sentía un intenso cosquilleo en el pie izquierdo que con cada paso se convirtió en una leve molestia, sin duda terminaría por desaparecer.

Miro a los dos lados de la calle antes de cruzar, era una costumbre que tenía tan arraigada que lo hacia inconscientemente siempre que cruzaba una calle, sin duda esta era una de las buenas y pocas costumbres que mantenía de su infancia, se detuvo un momento frente a su moto, solo para cerciorarse de que todo continuaba donde lo había dejado y después se apoyo lentamente en ella, justo al lado del portal, se había dado media hora, tal vez tres cuartos de hora a lo sumo, si en ese plazo no conseguía hablar con alguien tendría que buscar un lugar donde dormir y descansar por lo menos físicamente de verdad para poder continuar al día siguiente, y bueno, si lograba hablar con alguien, pues entonces…, entonces no sabia que tendría que hacer hasta que llegase el momento, se veía obligado a esperar a que eso ocurriera para poder pensar en cual sería su  siguiente paso. En el fondo, muy dentro deseaba no encontrar a nadie esa noche, y así de ese modo tendría que buscar un sitio donde dormir, necesitaba descansar, sentía cada parte de su cuerpo, incluso las más pequeñas agotadas y doloridas por el viaje. Pero ese deseo duro solo unos pocos segundos, hasta que recordó a Carla y junto a ese recuerdo la necesidad de reemprender el viaje de vuelta cuanto antes le golpeó de nuevo. Entonces volvió a esperar de nuevo, solo a esperar.

Finalmente y con el paso de las horas decidió darse algo más de tiempo, no sabía si lo hacia por lógica, intuición o por pura desesperación ya que eran cerca de las once de la noche y aún no había podido saber nada. Durante todo el rato que había estado esperando apoyado en su moto apenas si se había encontrado con dos personas, una pareja de mediana edad que no tenían ningún interés en hablar con el, de hecho en cuanto vieron que comenzaba a incorporarse adoptaron esa pose a la defensiva típica de las situaciones en las que la otra persona no te parece del todo de fiar por lo que se recostó de nuevo en la moto sin hacer el más mínimo intento por preguntarles nada acerca de su vecino. Lo que menos quería, tal y como le había pasado en el parque era llamar la atención y desde luego, de ninguna manera quería que lo tomasen por un delincuente o merodeador, así que a las once y cuarto se subió de nuevo a la moto dispuesto a buscar un sitio donde pasar la noche. Recordaba una pequeña pensión al comienzo de aquella misma calle, ya había estado en ella en su último excursión a Barcelona y le había parecido un sitio bastante pasable, no era ni mucho menos hogareño o acogedor pero si suficiente para quien solo quería pasar la noche a cubierto en algún sitio donde poder utilizar un baño limpio y una cama relativamente cómoda. Solo esperaba que aún estuviese abierto, y con ese pensamiento encendió de nuevo la moto.

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