Se sentó en uno de
los bancos centrales del parque enfrente de su casa, al principio mientras
bajaba con su moto por la calle temió haberse equivocado, pues el parque que el
recordaba, en el que había estado sentado, vigilando, la última vez era
diferente, después, solo unos segundos después de su primera impresión vio que
no se había confundido de lugar, sino que lo que ocurría era que simplemente lo
habían remodelado, ya no tenia tantos árboles ni zonas verdes, los columpios
eran diferentes, habían sustituido los viejos de hierro por unos nuevos , más
vistosos y probablemente de materiales más seguros y llamativos para los niños.
De cualquier forma todo aquello no tenia importancia, no modificaba sus planes
en nada, no los haría ni más fáciles ni más difíciles, simplemente tendría que
sentarse allí a esperar. La ubicación de ese parque era perfecta para el, justo
desde el banco en el que se encontraba podía ver claramente la puerta del
portal. Le vería, sin duda le reconocería al instante, solo tenia que esperar a
que entrase o saliese de su casa, y casi con total seguridad lo que le vería
hacer seria entrar o eso al menos es lo que las persianas bajadas de las
ventanas le decían, ventanas que por cierto también veía a la perfección desde
aquel banco.
Se acomodó y
recolocó lo mejor que pudo preparado para esperar a que llegase a casa. No
tardaría mucho más, ya era cerca de las siete de la tarde y por lo que había
podido ver otras veces nunca solía llegar después de las ocho u ocho y media a más
tardar, al principio supuso que se debía a que tenía que estudiar, no sabia
exactamente que carrera cursaba aunque creía que era algo relacionado con la
medicina, una vez estuvo lo suficientemente cerca de el en una cafetería como
para poder leer parte de sus apuntes y ver la portada de uno de sus gruesos
libros universitarios, y el ni siquiera se había dado cuenta de nada, estaba
tan absorto en la lectura de sus notas y apuntes que no le había prestado la
menor atención, por supuesto todo aquello hacia que se sintiese más tranquilo y
confiado, aquella actitud le hacia el trabajo más fácil.
Ahora que según sus cálculos habría
terminado la carrera o lo que sea que hubiese decidido finalmente estudiar
supuso que continuaría con sus viejos hábitos, o por lo menos eso era lo que
esperaba. Aunque se le daba muy bien pasar desapercibido, tenia el
presentimiento que un chico de 23 años sentado en un parque infantil pasada la
media noche y solo podría llamar la atención de cualquiera que pasase,
incluyendo a la policía y demás miembros de las fuerzas del orden y si tenia
algo claro en ese momento era que no quería hacerse notar y que estaba
demasiado cansado como para tener que dedicarse a dar explicaciones a nadie.
Además de que la única persona a la que debía y quería dar explicaciones no
estaba allí en ese momento.
Esperó y esperó, al
principio sin dificultad, tan solo tenía que estar sentado viendo pasar a la
gente, no era tan difícil, observaba a los niños jugar en el parque y a sus
madres vigilándoles, pendientes de ellos, algunas sentadas en los bancos al
igual que el y otras de pie junto a sus hijos, atentas todas ellas ante
cualquier susto o caída. Aquel tipo de imágenes siempre le provocaba tristeza y
no era que el no hubiese tenido una madre o que esta nunca hubiese compartido
su tiempo con el, al contrario, la gran mujer que era su madre, siempre se
desvivió por el dándole cualquier cosa que pudiese necesitar o querer y cuando
llegó el momento de partir, cuando el cambio en el se hizo del todo evidente,
ella sufrió, sufrió porque no entendía que le estaba ocurriendo a su pequeño,
estaba cambiando ante ella, su hijo ya no era feliz, y no es que nunca se
hubiese dado cuenta pues el siempre había sido un niño diferente, más callado y
reservado que el resto, pero feliz, y cuando llegó la mayoría de edad no pudo
hacer nada por retenerle a su lado, de hecho llegó incluso a sentirse
agradecida de haberle tenido tanto tiempo a su lado ya que en más de una
ocasión, con solo 16 años había temido no encontrarle al volver a casa. Sabía y
sentía que su hijo tenía que partir y así lo hizo.
El por su parte
siempre quiso mucho a su madre, pero siempre había sido diferente, no pudo
disfrutar apenas de su infancia, o por lo menos no como lo hacían esos niños
que tenía ante el, y no es que se lamentase por como era su vida, no,
simplemente es que en aquel instante le pareció que en este viaje, todo había comenzado demasiado pronto,
apenas había disfrutado de su infancia cuando los recuerdos y la
responsabilidad de su búsqueda le arrebataron su adolescencia, no le importó
porque siempre supo que el resultado de todo aquel cambio le llevaría hasta
ella, le llevaría hasta Carla, aunque entonces aún no conocía su nombre, solo
sentía que aquel viaje le había
robado algo de lo que tenían esos niños.
No quiso pensar más en ello y cerró los
ojos, tenía ya suficientes dudas y miedos como para encima provocarse el mismo
aquella sensación amarga de haber perdido algo irrecuperable.
Se concentró lentamente en el viaje que
acababa de realizar, en los paisajes que ya había llegado a conocer a fuerza de
viajar, le gustaba repasar mentalmente las tonalidades del camino, se prometió
que la vuelta sería diferente ya que en esta ocasión y tal vez a causa de lo
difícil que se le había hecho partir apenas había prestado atención a su
alrededor. Aun así podía recordar perfectamente el verde del principio, no solo
un simple verde sino toda una paleta, una gama de este color que le acompañó en
el inicio, después, y poco a poco comenzaba a llegar el color tierra, el
amarillo, los girasoles y los llanos con rocas y árboles que en ocasiones le
habían llegado a parecer huérfanos abandonados en medio de los campos secos, y
ya llegando a su destino de nuevo el verde, de diferentes tonalidades también
pero no tan amplias y ricas como las que había disfrutado al comienzo, estos
verdes eran distintos, más cerca del amarillo que del color profundo y vivo que
había dejado atrás al partir. Pero aun así le gustaba aquel trayecto con sus
diferencias y los lugares que ya no necesitaba recorrer para poder recordar
casi a la perfección, y así fue como sin quererlo paso del recuerdo al sueño.
Al despertar apenas
fue consciente del hecho de que se había dormido, ni siquiera había cambiado de
postura en casi, ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Una hora, tal vez dos?, sentía
el cuerpo completamente entumecido pero aquello no era nada en comparación con
la rabia que sintió al darse cuenta de que había perdido de vista su único
objetivo. Intentó tranquilizarse y decirse que no pasaba nada, las ventanas
seguían cerradas y las persianas bajadas, desde luego el no estaba en casa,
pero ni siquiera ese pensamiento pudo animarlo, era demasiado consciente de que
durante esas más que probables dos horas largas que había dormido, no quería
mirar el reloj por miedo a comprobar lo que ya sabía, el podía haber entrado y
salido de su casa sin que se hubiese dado cuenta, y entonces sintió de nuevo la
frustración y la rabia creciendo dentro de el, lo hacia despacio, crecía poco a
poco, pero aun así volvió a cerrar los ojos y se obligó a relajarse y ha hacer
bajar su miedo y su ansiedad a un nivel aceptable. Cuando se sintió de nuevo
algo más tranquilo encontró que aquella pequeña siesta no le había hecho tanto
mal como había temido en un principio, se sentía más descansado y alerta y eso
a pesar de la postura en la que se había dormido y en la que aún seguía al
despertarse, y se sintió algo más animado, decidió que lo mejor sería entonces
preguntar a algún vecino que entrase en el portal. Miró su reloj y se dijo que
las nueve y media de la noche era todavía una hora más que decente para
encontrar a alguien en la calle que tal vez supiese donde podía encontrarle.
Se levantó despacio del banco, estirando
las piernas e intentando desperezarse sin ser demasiado obvio. Se dio cuenta
entonces de que la mayoría de los niños y sus madres se habían marchado ya y de
que apenas un par de bancos más tenían inquilinos, su pequeña siesta no había
levantado demasiado interés.
Se levantó después de asegurase de que todo
su cuerpo se había casi despertado pues aún sentía un intenso cosquilleo en el
pie izquierdo que con cada paso se convirtió en una leve molestia, sin duda
terminaría por desaparecer.
Miro a los dos
lados de la calle antes de cruzar, era una costumbre que tenía tan arraigada
que lo hacia inconscientemente siempre que cruzaba una calle, sin duda esta era
una de las buenas y pocas costumbres que mantenía de su infancia, se detuvo un
momento frente a su moto, solo para cerciorarse de que todo continuaba donde lo
había dejado y después se apoyo lentamente en ella, justo al lado del portal,
se había dado media hora, tal vez tres cuartos de hora a lo sumo, si en ese
plazo no conseguía hablar con alguien tendría que buscar un lugar donde dormir
y descansar por lo menos físicamente de verdad para poder continuar al día
siguiente, y bueno, si lograba hablar con alguien, pues entonces…, entonces no
sabia que tendría que hacer hasta que llegase el momento, se veía obligado a
esperar a que eso ocurriera para poder pensar en cual sería su siguiente paso. En el fondo, muy dentro
deseaba no encontrar a nadie esa noche, y así de ese modo tendría que buscar un
sitio donde dormir, necesitaba descansar, sentía cada parte de su cuerpo,
incluso las más pequeñas agotadas y doloridas por el viaje. Pero ese deseo duro
solo unos pocos segundos, hasta que recordó a Carla y junto a ese recuerdo la
necesidad de reemprender el viaje de vuelta cuanto antes le golpeó de nuevo.
Entonces volvió a esperar de nuevo, solo a esperar.
Finalmente y con el
paso de las horas decidió darse algo más de tiempo, no sabía si lo hacia por
lógica, intuición o por pura desesperación ya que eran cerca de las once de la
noche y aún no había podido saber nada. Durante todo el rato que había estado
esperando apoyado en su moto apenas si se había encontrado con dos personas,
una pareja de mediana edad que no tenían ningún interés en hablar con el, de
hecho en cuanto vieron que comenzaba a incorporarse adoptaron esa pose a la
defensiva típica de las situaciones en las que la otra persona no te parece del
todo de fiar por lo que se recostó de nuevo en la moto sin hacer el más mínimo
intento por preguntarles nada acerca de su vecino. Lo que menos quería, tal y
como le había pasado en el parque era llamar la atención y desde luego, de
ninguna manera quería que lo tomasen por un delincuente o merodeador, así que a
las once y cuarto se subió de nuevo a la moto dispuesto a buscar un sitio donde
pasar la noche. Recordaba una pequeña pensión al comienzo de aquella misma
calle, ya había estado en ella en su último excursión a Barcelona y le había
parecido un sitio bastante pasable, no era ni mucho menos hogareño o acogedor
pero si suficiente para quien solo quería pasar la noche a cubierto en algún
sitio donde poder utilizar un baño limpio y una cama relativamente cómoda. Solo
esperaba que aún estuviese abierto, y con ese pensamiento encendió de nuevo la
moto.
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