La había deseado durante tanto tiempo…
La observaba desde arriba como solo los seres alados de su
condición pueden hacerlo. A los guerreros no se les esta permitido fijar su
mirada en humanos. Nunca.
Aquellas visitas eran su secreto y eso hacia que la desease
aun más.
Pero llegó un día en el que sintió pánico, ella no estaba allí.
El podía verlo todo y ella no estaba. Regresó preso de angustia y desesperación
y a penas posó un pie en su destino sintió una ola de deseo dominando su
cuerpo. No tuvo opción, sus alas le guiaron hasta ella y cuando llegó y la vio
jugando con sus alas nuevas, revoloteando de un lado a otro sin a penas coger
altura, sonriendo, el deseo se volvió amor y el amor necesidad. No sabía como
ni por que pero ahora estaba en su mundo y todas aquellas horas de vigilia
frente a su ventana habían terminado para siempre.
Ahora al tenerla entre sus brazos, al sentir sus alas
dóciles y frágiles solo para él en su vientre, el tacto de su piel bajo la
palma de sus manos, el olor de su pelo húmedo y salvaje bajo la lluvia,
disfrutaba rememorando aquel primer contacto, viéndola de nuevo en su mente
jugar inocente e ingenua con sus alas nuevas. Y entonces bajo ese recuerdo la
abrazaba con más fuerza, la acariciaba con más ansias, la poseía con más ímpetu,
porque ahora entre sus brazos no solo tenía a su igual, tenía a su propia
guerrera.
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