Miré por la ventana y me di cuenta de que iba a atardecer, el día
había pasado sin apenas ser consciente de ello, había refrescado un poco pero
la temperatura aún así era agradable. El cielo estaba despejado y no se veía a
nadie en la calle. Me pareció que sería una buena idea comer algo en el porche
tranquilamente mientras veía atardecer, sería una agradable manera de acabar un
día tan peculiar como el que había tenido.
Me
hice un bocadillo y cogí un bote de zumo de la nevera dispuesta a llevar a cabo
mi plan de una merienda tardía en el porche, en cuanto abrí la puerta y salí a
la calle supe que aquella había sido una gran idea, se respiraba tranquilidad y
apenas se oía algún ruido.
Me
senté tranquilamente en la escalera de la entrada mirando alrededor y parándome
por primera vez en todo el día a observar realmente lo que me rodeaba, era
precioso. Mi casa era la última de la calle y junto a ella había una gran
parcela de tierra que hace tiempo había sido una huerta, aquello si lo
recordaba, la vieja huerta del tío Agustín, cada recuerdo que conservaba de él
tenia lugar allí, adoraba aquella tierra y la cuidaba y mimaba constantemente,
sin duda ahora no tenía nada que ver con lo que era antes, estaba llena de
plantas, flores y hierbas silvestres, aunque todavía podía apreciarse levemente
el camino que traspasaba la huerta, desde casa hasta el bosque. El bosque si
continuaba igual, verde, espeso, lleno de árboles, apenas podía verse nada a
través de él, y si la memoria no me fallaba justo detrás debía de estar el río.
Dejé
que mi vista vagara por el paisaje deteniéndose de vez en cuando en los
pequeños detalles que no había sabido ver hasta ese momento, sin duda había
tomado la decisión adecuada, aquel lugar me ayudaría, estaba segura de ello.
Me recosté con cuidado sobre la barandilla mientras le daba el último
mordisco al bocadillo, cerré los ojos despacio, respirando hondo mientras dejaba
que aquella agradable sensación me envolviese. Me di cuenta de que empezaba a
sentirme de nuevo somnolienta y abrí despacio los ojos intentando centrar la
mirada en algo, no quería quedarme allí dormida, y fue entonces cuando vi el
pozo. En frente, justo al comienzo del camino, casi escondido entre los
arbustos y las ramas de un gran árbol que no supe identificar. Aquel era uno de
mis lugares preferidos cuando era niña, no pude evitar sonreír al verlo y casi
inmediatamente sentí en mi boca el sabor de su agua, siempre fresca y
deliciosa, ni siquiera me di cuenta de que me había levantado y avanzaba hacia
él, casi podía verme allí sentada de niña con el tío, sacando agua con el cubo
y mirando hacia el fondo mientras él me agarraba con cuidado para que no me
cayese dentro, nunca entendí ese miedo que a mí me parecía del todo irracional,
estaba segura de que nada malo podía pasarme allí, sin duda aquel era mi lugar
favorito, por aquel entonces no creía que pudiese existir ningún lugar más
mágico que aquel.
Cuando
estuve al lado del pozo por un momento sentí miedo, miedo de que hubiese
cambiado, de que no fuese el mismo lugar, pero estaba equivocada, me di cuenta
cuando me recosté un poco sobre el frió borde de piedra, a pesar de lo rápido
que había atardecido aún se podía ver el agua cristalina en el fondo y las
paredes de piedra gris, incluso podía sentir aquel sabor de nuevo en mis
labios.
-Hola
preciosa.
-¡Mierda!
–el bote del zumo resbaló de mi mano hasta caer dentro del pozo –. ¡Joder!
Ni
siquiera me di la vuelta para ver quién estaba detrás de mí y me incliné
rápidamente dentro del pozo estirando el brazo como si con aquel ridículo gesto
pudiese recuperar la botella que ya estaba en el fondo del pozo.
Sentí
que unas manos grandes y fuertes me agarraban por la cintura suave pero
firmemente.
-Eh
cuidado… –era él, estaba detrás de mí, mirándome con cara de preocupación, el
pelo negro y revuelto le caía sobre la frente, me miraba con los ojos
entrecerrados y el ceño fruncido –. Te he asustado otra vez. ¿Verdad?
-Ya
bueno, si que me has asustado y se me ha caído el zumo dentro, no sé a quien
pertenecerá ahora este pozo pero no creo que le haga gracia descubrir que el
sabor del agua tiene un ligero toque a naranja porque a una torpe como a mí se
le ha caído un bote de zumo al fondo, imagino que alguien se va a enfadar mucho
y lo hará con razón –su cara pareció cambiar en ese momento, sus labios se
relajaron y mostraron una media sonrisa que me obligó a contener la respiración
a pesar de lo enfadada que estaba en ese momento con él, lo que hizo que me
sintiese aún más molesta, no sólo me asustaba y provocaba con ello que se me
cayese el zumo, sino que además todo aquello parecía divertirle.
-¿Qué
pasa? ¿Te hace gracia?
-No,
tranquila, no es eso, es sólo que el dueño no se va a enfadar, te lo prometo.
Continuaba
sonriendo y me miraba directamente a los ojos, cada vez más relajado y
divertido por la expresión de mi cara.
-Vale,
si tú lo dices tendré que creerte ¿no?
Ahora
sonreía ampliamente y sin ningún disimulo, no sabía que me molestaba más de
todo, el hecho de que encontrase tan divertido lo que a mí me preocupaba o que
me costase tanto centrarme o decir cualquier cosa por culpa de esa sonrisa.
-Puedes
creerme, es mío y te prometo que no me enfadare cuando note un ligero sabor a
naranja la próxima vez que beba de el.
-¿Es
tuyo? ¿Si?, no lo sabía.
Ahora
entendía porque no podía dejar de sonreírme, él era el dueño del pozo y yo no
hacia más que lamentarme por lo enfadado que se pondría cuando se diese cuenta
de todo, bueno, supongo que tal vez si tuviese cierta gracia, aunque desde
luego no en ese momento y no para mí.
-Hace
sólo un par de semanas que vivo aquí –Rosa había sabido calcular a la
perfección el tiempo que llevaba su nuevo y guapo vecino en el barrio –. Tu has
llegado hoy ¿verdad? Te he visto esta mañana cuando has bajado del taxi, he
pensado en presentarme y ayudarte con las maletas pero la verdad es que has
sido demasiado rápida para mi, casi no me había terminado de poner las
zapatillas y tu ya estabas dentro.
-Bueno
pues si lo que querías era presentarte podías haberlo hecho cuando nos vimos
esta mañana – solté malhumorada.
En
el mismo momento en el que hablé me arrepentí de haber usado un tono tan
desagradable. Pero él continuo hablando, aparentemente sin prestar atención a
mis palabras.
-Luego
también te vi sentada en las escaleras mirando mi casa –me puse tensa sin
quererlo, así que si me había visto, no había hecho nada malo pero no podía
evitar sentirme como una fisgona –. También pensé en salir a presentarme pero
vi que tenias compañía y no quise molestar, creo que tal vez ahora sea un buen
momento para intentarlo de nuevo –sonrió pero esta vez sus labios dibujaron una
sonrisa cálida y seductora y sus ojos me miraban expectantes mientras me tendía
la mano –. Soy Izan.
-Vale,
yo soy Carla –dije mientras le daba la mano que estrecho suave pero firmemente
entre la suya –. Aunque eso ya lo sabías ¿no?
-Si,
sí que lo sabía, aunque siempre me han gustado las presentaciones formales. Encantado
de conocerte por fin Carla, este es Travis –dijo mientras se giraba hacia su
izquierda y señalaba a un pastor alemán que estaba acostado detrás de él.
-Vaya,
hola Travis, eres muy guapo.
No
me había fijado en ese esplendido animal hasta ese momento y no pude explicarme
como no lo había visto, era un perro grande y elegante con el lomo oscuro.
Tenía la cabeza sobre las patas delanteras y nos miraba con curiosidad.
-Es
más que guapo, es el animal más amable y fiel que puedas conocer, mientras esté
a tu lado puedes estar tranquila, el jamás dejará que nada ni nadie te haga
daño, te lo aseguro, ¿verdad chico?
El
animal hizo ademán de ir a levantarse pero en su lugar Izan se agachó para
acariciarle con ternura la cabeza, el perro volvió a recostarse mientras emitía
un pequeño suspiro.
-Espero
que no estés enfadada conmigo –dijo mientras se ponía de nuevo en pie.
-¿Enfadada?
No que va, es que... –me sentí emocionada al oírle hablar de aquella manera del
perro y aquel cambio de actitud me pilló con la guardia baja –. Es que tengo un
pronto algo impredecible, o eso dicen, al parecer me cuesta un poco contener mi
humor, si, creo que esa es la mejor manera de explicarlo, en fin, ya te irás
dando cuenta cuando me conozcas mejor –lo solté todo seguido, sin pensar, y él
me miraba divertido mientras yo no dejaba de hablar sobre mi carácter y mis
cambios de humor.
-Bueno
eso espero, ya sabes, conocerte mejor, me gustaría, me gustaría mucho –en ese
momento noté como toda la sangre me subía a la cabeza a la vez.
-Bueno,
no sé muy bien que contestar a eso, yo no… –me sentía avergonzada y no podía
levantar la mirada del suelo.
-No
tienes que contestar nada –su voz era cálida y acogedora, sin duda había notado
que me sentía incómoda en esa situación –. Lo siento, lo he dicho sin pensar,
no creí que estuviese diciendo nada que pudiese molestarte, sino no lo habría
dicho, créeme.
-¡No!
No me has molestado –dije levantado la cara y mirándole a los ojos, estaba
serio y había inclinado la cabeza para poder mirarme a los ojos, se irguió y me
miró con curiosidad.
-No
entiendo entonces.
-Soy
yo, no soy buena haciendo amigos y no sé muy bien cómo comportarme cuando
alguien a quien sólo he visto una vez dice que quiere conocerme mejor, no es
que me haya molestado es que…
No
pude acabar la frase, no porque no supiese como continuar, al contrario, era un
pensamiento que tenía muchas veces pero que nunca había expresado en voz alta,
simplemente porque no quería oírlo.
-Es
que… –dijo animándome a seguir.
-Es
que nadie ha querido nunca conocerme mejor –contesté finalmente mirando de
nuevo al suelo y sintiéndome de golpe triste y agobiada.
-Bueno,
ya puedes perdonarme, pero no te creo.
-¡Que!
–esta vez mi mirada buscó involuntariamente la suya.
-Pues
que no te creo, eso simplemente no es posible. No, espera, no me mires así
–dijo al darse cuenta de mi cara de incredulidad, ¿el me estaba diciendo a mí
que eso no era posible? desde luego no sabía nada de mí, era obvio que no nos
conocíamos, que sólo éramos extraños –. Lo único que digo es que simplemente tú
no lo habrás notado.
-¿Notar
el que? –dije sin poder contenerme apenas.
-Que
había gente a tu alrededor que quería conocerte mejor, que quería formar parte
de tu vida, tal vez tú no les dejaste pasar –dijo la última parte de la frase
bajando el tono de voz, haciendo que sonase tranquilo y amigable o por lo menos
intentándolo.
-Ya.
Y eso lo dice una persona que me conoce desde hace medio día.
-Tienes
razón, no te conozco, pero es que perdona no puedo concebir que exista alguien
en este mundo que no haya querido conocerte mejor, estar cerca de ti hasta
ahora, porque desde luego lo que es a mí, me pareces la mujer más encantadora y
atractiva que he visto nunca.
No
podía hablar, ni moverme, ni siquiera sabía si estaba respirando, todo aquello
era..., no sabía qué hacer ni si tenía que decir algo, no sabía ni siquiera si
tenía que reaccionar de alguna manera.
-Bueno
preciosa –dijo mientras sonreía de nuevo y me daba un ligero empujón en el
hombro –. Ahora tampoco tienes que decir nada, pero si te agradecería que
dejases de apretar los dientes de esa manera, si sigues así vas a estropear esa
bonita sonrisa que tienes y eso no estaría bien.
Tenía
razón, aflojé la presión de la mandíbula y respiré profundamente notando como
el aire llenaba mis pulmones, no pude evitar que un escalofrío me recorriese el
cuerpo.
-Ha
refrescado, ¿tienes frío?
-Si,
creo que si.
Empecé
a sentirme mejor aunque no me sentía capaz de mirarle de nuevo a los ojos, esta
vez sí que me sentía avergonzada, no había sabido contestarle, seguramente
acababa de decirme lo más bonito que me habían dicho nunca y yo era incapaz de
levantar la mirada del suelo para darle las gracias o hacer cualquier cosa que
le hiciese entender que agradecía sus palabras, era incapaz.
-¿Tienes
hambre?
-¿Hambre?
–acababa de comerme un bocadillo, aun así… –. Pues la verdad es que también
tengo algo de hambre –empecé a levantar despacio mi mirada del suelo intentado
adquirir una posición más natural.
-Bueno,
se me ha ocurrido una idea para solucionar las dos cosas –estaba animado y no dejaba
de sonreír, yo en cambio apenas podía articular palabra.
-Te
escucho, sorprenderme.
-¿Qué
te parece si entras en casa, te pones algo que te abrigue un poco más y yo
mientras hago la cena?
-¿La
cena?
-Si
claro, aquí las noches son preciosas y sería una lástima que tu primera noche
la pasases encerrada en casa y no cenando mientras ves las estrellas, de verdad,
es muy relajante. ¿Te apetece?
-Bueno,
la verdad es que...
-No
voy a dejar que me pongas ninguna excusa ni nada por el estilo así que ni lo intentes
–en ningún momento había dejado de sonreír y parecía muy seguro de sí mismo.
-Ya,
te creo pero sólo iba a decir que no recuerdo haber traído nada con lo que
abrigarme –me fije entonces por primera vez en cómo iba vestido, llevaba una
camiseta de manga larga gris y unos pantalones vaqueros.
-Vale,
sin problema, entonces espérame aquí un momento y yo me encargo de todo, bueno
a no ser que quieras pasar.
¿Pasar?,
si apenas había logrado comportarme al aire libre mejor sería no averiguar que era
capaz de hacer o decir entre cuatro paredes.
-No,
tranquilo puedo esperar aquí fuera.
-Pues
entonces…. –alternó su mirada entre su casa y Travis durante un momento hasta
que finalmente habló –. Bueno Travis, tengo un trabajo para ti –dijo mirando al
pastor alemán que se sentó en cuanto escucho su nombre, como si esperase
instrucciones. Comencé a sentirme algo extraña, estaba empezando a tener la
sensación de que me perdía algo.
-¿Un
trabajo? –pregunté intentando que me hiciese participe de lo que estaba pasando.
-Por
supuesto. Travis te dejo al cargo, que nadie se acerque a esta señorita, la
dejo bajo tu responsabilidad.
-¿Perdona?
–el perro se puso inmediatamente a mi lado haciendo que todo pareciese aún más
irreal –. ¿Qué me estoy perdiendo exactamente? –no estaba enfadada pero si me
sentía como una niña pequeña de nuevo.
-Veras,
me sentiría más tranquilo si sé que el poco rato que vas a estar aquí fuera tu
sola Travis te está protegiendo, recuerdo nuestro pequeño encuentro en la
tienda y también recuerdo lo que me has dicho y como sabes no es que no crea
que seas capaz de hacerlo sola, es que a él también le gusta, se siente útil,
ya sabes. ¿A que si amigo? –Travis tenía las orejas completamente rectas y
estaba sentado a mi lado mirando a Izan, por un momento tuve la extraña
sensación de que le estaba escuchando de verdad, entendiendo todo lo que decía,
ya sé que eso no es posible pero por la expresión de sus ojos parecía que
realmente comprendiese mejor que yo todo lo que estaba pasando, de repente giró
la cabeza hacia arriba y me encontré con unos preciosos ojos oscuros mirándome
directamente, no tuve más opción.
-Vale,
le puedes dejar al mando, pero que conste que como has dicho hace un momento
soy muy capaz de cuidarme a mí misma, sólo quería dejar constancia de ello.
-De
nuevo he de decir que no me cabe duda, y gracias de todas formas –se dio la
vuelta corriendo hacia su casa –. No tardo nada.
No
pude decir nada más, en apenas unos segundos me había dejado allí sola con
Travis. Entonces me di cuenta de que ya había oscurecido, lo poco que se podía
apreciar de la calle se veía desierta, me giré hacia la huerta, todo estaba
oscuro y en silencio, en el fondo agradecía más de lo que podía admitir la
compañía de Travis, que continuaba sentado a mi lado, alargué la mano con
cuidado hacia él, no era un perro al que conociese y la verdad es que
impresionaba un poco, pero él pareció darse cuenta de mi miedo y no me dejo
tiempo para dudar, estiró un poco el cuello hacia arriba y me tocó la mano con
su morro. Le acaricié despacio la cabeza y el cuello, tenía el pelo largo y
suave, su contacto agradable y cálido me tranquilizó en el acto. Había algo en
él que me recordaba a su dueño, esa serenidad, una actitud de agradable
seguridad que resultaba contagiosa.
No
sé cuánto tiempo pasamos allí los dos, finalmente decidí sentarme en un
saliente que había en la base del pozo y Travis se tumbó inmediatamente a mi
lado poniéndome la cabeza sobre las piernas, continué acariciándole mientras
cerraba poco a poco los ojos.
De
repente aquel lugar volvía a recuperar su magia.
wow me ah encantado
ResponderEliminarMuchisimas gracias Adriana, de verdad que anima y ayuda mucho que te digan estas cosas, gracias :)
EliminarMe gusta, me gusta mucho, de verdad.
ResponderEliminarEs facil de leer y engancha.
Enhorabuena.
Muchas gracias
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