LA LLEGADA
Que lugar más gris, no lo recordaba así y en realidad no podía
quejarme, yo había decidido ir allí, me había plantado delante de mi madre y le
había dicho que ese verano me iría al pueblo de papá, a la vieja casa de la tía Nadia. Y cuando me
advirtió de que era una casa vacía y vieja, y desde luego que el destino que
había elegido era un pueblo aburrido y solitario para que una chica de
dieciocho años estuviese sola todo un verano no la hice caso, porque eso era lo
que quería, estar sola, pensar en lo que iba a hacer con mi vida, o algo así,
eso fue lo que le dije a ella, porque no podía decirle la verdad, ¿Cómo iba a
decirle que su hija tenia el presentimiento de que estaba empezando a volverse
loca? ¿Que hacia cosa de un par de meses había dejado de sentirme yo misma para
convertirme en alguien que no conocía?, ¿Cómo iba a decirle que un día me había
levantado sintiéndome más vacía, más sola, si ni siquiera me lo podía explicar
a mí misma? Siempre había sido diferente pero ahora…
Necesitaba
estar sola, necesitaba volver a conocerme de nuevo.
El viaje en tren había sido largo y muy cansado, en realidad demasiado
largo, porque me proporcionó tiempo de sobra para pensar en mi madre y en cómo
la había dejado en la estación, quieta y sola, mientras el tren se iba. Nunca
habíamos tenido una relación estrecha o de amigas pero aún así odiaba mentirla,
nunca lo hacía, siempre había sido sincera con ella incluso de pequeña o cuando
sabia que la verdad podría hacernos daño a las dos, y desde luego odiaba aún
más dejarla sola, porque aunque nuestra relación madre-hija se basaba casi
siempre en discutir o en el mejor de los casos en silencios eternos que podían
durar días, sólo me tenía a mí, no, sólo nos teníamos la una a la otra y ahora
yo estaba rompiendo mi parte del trato dejándola allí en la estación.
La
mayor parte del viaje la hice a solas, en algún momento alguien abrió la puerta
del compartimento aunque nadie llegó a entrar, cosa que agradecí, así que pasé casi todo el tiempo mirando sin
llegar a ver en realidad como el paisaje pasaba rápidamente ante la ventana.
Al
llegar tuve que coger un taxi para que me llevase de la estación a casa, y lo
que fue peor aún, tuve que buscar el papel que me había dado mi madre con la
dirección para dárselo al taxista que me miró con cara de pocos amigos cuando
le dije que no estaba muy segura del nombre de la calle. Y pensar que cuando me
dio el papel doblado la miré con cara de algo cercano a la indignación por
tener tan poca confianza en mí y en mi memoria, y en realidad no era eso,
simplemente me conocía incluso mejor que yo misma. Aunque hacía ya un tiempo
que su hija había dejado de ser ella misma. Ni siquiera podía explicarme cómo
no lo había visto, cómo no se había dado cuenta de que su hija ya casi no
estaba allí, o tal vez sí lo había visto, tal vez por esa razón me había dejado
marchar.
Cuando bajé del taxi intenté darme prisa en meter todas mis cosas en
casa, menos mal que por una vez había pensado en algo y había guardado las
llaves en el bolsillo exterior del bolso, eran cerca de las diez de la mañana y
hacía frío, no demasiado pero sí el suficiente como para que resultase difícil
pensar que estábamos a mediados de julio.
Cerré
los ojos. Abrí y cerré la puerta tras de mí, estaba agotada. Me senté encima de
la maleta respirando despacio y profundamente, pensando en qué tendría que
hacer, en cual era el siguiente paso lógico, por fin había conseguido llegar y
se suponía que ya había pasado la parte difícil, ahora sólo tendría que
centrarme en el presente, tenía que ir paso a paso, tenía que abrir los ojos y
comenzar a pensar con claridad.
Aquel parecía un pueblo tranquilo, la estación estaba vacía y apenas
había visto gente durante todo el trayecto en el taxi, las calles estaban casi
desiertas. Aunque también era verdad que el pueblo parecía un sitio encantador,
con sus casitas pequeñas de piedra, sus huertos y sus puertas abiertas de par
en par incluso a esas horas, desde luego ese tipo de ambiente no lo había en mi
ciudad. Si, seguro que todo iba a ir bien, todo aquello era lo que necesitaba,
tranquilidad, silencio y mis libros. En cuanto me hubiese instalado iría a
buscar alguna tienda donde comprar algo de comida y cosas para limpiar la casa,
¿Cuánto tiempo llevaría vacía? .A juzgar por el polvo acumulado sería bastante,
seguro que me llevaría el resto del día y parte del siguiente limpiarlo todo,
pero tiempo era lo único que al parecer iba a tener allí.
Había
tardado menos tiempo en llegar al pueblo de lo que pensé cuando organicé el
viaje en casa y aunque estaba segura de que todas las tiendas estarían ya
abiertas no me sentía con ánimos de salir tan pronto, así que decidí investigar
un poco por la casa. Había dos habitaciones, las dos bastante grandes aunque no
iguales del todo. Estaban juntas, una en el lado izquierdo del pasillo y la
otra en frente, ambas tenían grandes
ventanas de madera por las que una vez abiertas entró una suave y cálida luz
amarilla, aquella luz sí la recordaba, tal vez ayudase a mitigar esa sensación
tan extraña que tenía de estar rodeada por algo gris.
Antes
de llegar a las habitaciones, a la derecha estaba la sala y en el mismo lado
del pasillo la cocina, cuadrada, no demasiado grande pero si amplia y también
luminosa, y al lado de la entrada, tras una puerta de madera blanca estaba el
baño, más bien pequeño, aunque eso no me importaba demasiado ya que no iba a
tener que compartirlo con nadie, lo que si me preocupaba algo más era la vieja
bañera, antigua y descuidada, sin duda gran parte de la limpieza general que
había planeado tendría lugar allí más que en ninguna otra estancia de la casa.
Decidí quedarme con la habitación más amplia,
la del fondo del pasillo, tenía una cama grande pero sencilla justo en el medio
de la habitación. Junto a la pared, un armario de madera enorme con dos puertas,
en frente de la cama una especie de tocador con cajones y un espejo encima, y
una pequeña mesita de noche. Tendría espacio más que suficiente para mis cosas.
Además tenía esa gran ventana por la que ya entraba tímidamente el sol, lo que
hizo que me preguntase cómo de soleados podían llegar a ser allí los días.
Todos los muebles de la casa parecían antiguos, y bajo el polvo y el olor a
cerrado había algo más, la sensación de haber retrocedido en el tiempo.
Me
hubiese gustado vaciar la maleta para poder colocar mi ropa y mis cosas pero
estaba claro que primero tendría que limpiar a fondo la habitación, los
armarios estaban casi tan llenos de polvo por dentro como por fuera así que
decidí que a pesar de mi ánimo ya era hora de salir de excursión. Me cambié de
ropa dejando sobre la cama la que había llevado en el viaje que ya sentía
sudada y sucia. Me lavé la cara con agua helada en el baño, después de limpiar
me daría una buena ducha si es que aún funcionaba el grifo de la bañera. Me
puse unos vaqueros, una camiseta negra y la chaqueta verde, eso estaría bien,
no quería que nadie se fijase en mi, por lo que recordaba de los pueblos
enseguida se daban cuenta de que alguien nuevo había llegado así que, cuanto
menos llamase la atención, mejor.
Cogí
el mismo bolso que había llevado en el viaje, abrí la puerta y allí sentada en
las escaleras vi por primera vez a Rosa.
Hola guapa!! me ha gustado bastante este primer capítulo, sin duda me ha dejado con ganas de seguir la historia! su comienzo es muy bueno, enhorabuena!! =)
ResponderEliminarGracias cariño, yo creo que lo mas interesante empieza dentro de un par de capitulos, primero necesito que se conozca a los personajes. Si te a gustado el primero no me cabe duda de que te gustaran los demas, bueno o eso espero :)
ResponderEliminarMe imagino lo liada que estas asi que de nuevo muchas gracias
Amaya, creo que tu comienzo me ha atrapado.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Muchisimas gracias, espero que el resto este a la altura :)
ResponderEliminarHola, buen comienzo, veo que una joven llamada " Rosa" te dejó comentario, acaso es ella la del libro? woow q genial!! eso em gusta! cuando en las historias se dejan ver algunas personas que conocemos. Me esta gustando la hisotira, el pueblo, la relacion con el pasado, bien! seguiré leyendo.
ResponderEliminarPues la verdad es que la Rosa del comentario no tiene nada que ver con la del libro, la he conocido mucho despues. Lo que si te puedo decir que existe de verdad es el pueblo y alguna cosa mas :)
ResponderEliminarMuchas gracias, espero que el resto tambien te guste