sábado, 22 de diciembre de 2012

UNA NUEVA Y PEQUEÑA HISTORIA

Buenas tardes a todos! Hacia mucho tiempo que no me conectaba ni publicaba nada nuevo y creo que lo primero es pediros disculpas.
Quiero compartir con vosotros una pequeña historia que ha surgido gracias a una imagen que "La domadora de libros" me ha enviado. Espero que os guste.



De los suyos él era uno de los que mas observaba a esos seres, tan parecidos a ellos, tan diferentes a él. Compartía su trabajo con muchos pero no disfrutaba haciéndolo como ellos.

Observar no le molestaba, al contrario, le gustaba el silencio y la soledad de sus obligaciones, pero odiaba aquello que debía vigilar. Humanos.

No era del todo cierto y él lo sabía aunque nunca lo admitiría en voz alta. Odiaba tener que pasar horas y horas observando a aquellas simples criaturas por culpa de muchos como él. Debía vigilar las  relaciones de todos los ángeles que recibían el permiso necesario para mezclarse con los humanos. Existían reglas para todo y él tenia que asegurarse de que por lo menos las relacionadas con los humanos se cumpliesen. El no castigaba las infracciones, solo las notificaba y otros infringían el castigo.

No entendía la fascinación de los que siendo como él, seres hermosos, alados, fuertes y prácticamente inmortales, pedían, incluso suplicaban poder caminar entre los humanos.

Había visto tantos y en situaciones tan diferentes que se creía inmune a cualquiera de ellos. Hasta que un día algo cambió, en una simple misión rutinaria, mientras observaba a uno de los suyos yacer junto a una humana, supo que su trabajo había terminado.

Había algo en aquel ser que nunca antes había visto. No era la primera vez que observaba una relación así, estaban permitidas y aunque no le repugnaban, tampoco le ofrecían la menor satisfacción. Pero aquella vez fue diferente. Sintió celos de aquel que tras ocultar sus alas había disfrutado del contacto de aquella piel, deseo, tras observar mas de cerca los labios que otro estaba besando y una tristeza infinita al ser testigo de la marcha de quien minutos antes había acariciado con sus dedos hasta la última curva de aquel delicioso ser. Ella quedó sola, tendida en una cama en parte vacía, desnuda, esperando el calor de un cuerpo que no regresaría.

No transgredió ninguna norma, el no estaba sujeto a ellas, pero en su interior todo se rompió para volver a unirse en algo nuevo, desconocido para él. No pensó en nada, solo descendió a su lado y al observar el frío que ella aún no sentía extendió una de sus alas sobre su piel desnuda y decidió esperar a su lado, tanto tiempo como fuese necesario. Hasta que su respiración cambiase, hasta que sus ojos comenzaran a abrirse, entonces tendría que irse.

Volvería, nunca podría abandonarla, tal vez se uniese a aquellos que suplicaban por caminar entre los humanos, tal vez buscase con sus acciones que aquellos cuya virtud era infringir castigo fuesen a buscarle, pero él, nunca dejaría ya de estar al lado de aquella humana.

 

Amaya Alvarez

http://ladomadoradelibros.blogspot.com.es/

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