No estaba solo, se sabía observado pero no le importaba, su
silencio, su mirada baja no eran señal de cansancio o debilidad sino de
respeto. Eso es lo que hace un verdadero guerrero, pensar en las almas de las
criaturas a las que ha vencido y desear que encuentren un descanso apropiado, y
si alguno de los ojos que le observaban no sabia ver eso, tendría que ocuparse
mas tarde de hacerle saber que los que siguen al poeta de la oscuridad conocen
el respeto y lo sienten tanto por sus enemigos como por los que se hacen llamar
amigos. Pero eso sería mas tarde.
Recordaba que había sido herido, hoy el combate había sido
justo y duro y había sangrado como el resto de sus hombres, sabía que el dolor
que sentiría sobre todo en la base de las alas y en cada uno de sus músculos
sería horrible y estaba aun por llegar.
Sentía el calor de las velas, el tacto frío de la piedra en
su piel, el roce de la tela negra que apenas cubría su cuerpo.
Era consciente de todo lo que ocurría a su alrededor, pero
aun no había terminado, una guerra entre ángeles necesitaba de tiempo para
meditar, para recordar, para olvidar.
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